Honestamente Louis cree que si su abuela se enterara de lo que pasaba por su cabeza en ese instante muy probablemente ya le hubiese lanzado lo primero que estuviera cerca de ella.
Y es que, él siempre fue fielmente creyente del señor, él siempre asistió a la Iglesia con su abuela y si se ponía a analizar él nunca cometió algún pecado que llegase a tener gran peso.
Estaba agradecido con la vida por lo que tenía, que aunque no fuese mucho él en verdad se sentía a gusto con ello, cuando algo le salía mal lo único que hacía era volver a comenzarlo y poner la mejor sonrisa.
Estaba agradecido por el exquisito don para las artes visuales que se le había otorgado y lo aprovechaba al máximo.
Y estaba haciendo su mayor esfuerzo por superar la pérdida de su abuela al escuchar un "Ella no quería esto para ti" de todo el mundo.
Pero entonces si tal vez hubiese asistido esos días que estuvo enfermo a la Iglesia, si tal vez no le hubiese mentido a su abuela sobre quién estrelló el Cadillac en el sauce del parque, si tal vez no se hubiese comprado goma de mascar aquella vez para así darle ese dinero al vagabundo de la esquina o si tal vez no hubiese dicho que odiaba a su profesora de Matemáticas esto no le estaría pasando.
Así que no debería estar sorprendido si ahora mismo se encontraba sollozando sobre el asiento del piloto aparcado frente a la mejor cafetería en todo el norte de California mientras degustaba un delicioso croissant de chocolate y su pulso comenzaba a aumentar demasiado amenazando con que en cualquier momento saldría de su pecho y tal vez nunca, nunca regresaría.
Pero si dios es todopoderoso creador del cielo y de la tierra, perdona los pecados y ama a todos sus hijos por igual, ¿Por qué lo castigaba con eso? ¿Esto venía con algún tipo de señal divina?
Y antes que obtuviera respuesta alguna de aquel ser divino una enorme silueta se coló dentro de su auto sin avisar y se dirijió a él con esos lentes obscuros y pasamontañas azul marino.
—¡Arranca ya!, ¡Vamos, vamos!— Demandó el hombre con un fuerte tono de voz.
Louis apenas comenzaba a digerir la situación cuando de pronto escuchó una sirenas a lo lejos, y entonces como un balde de agua fría comprendió todo y supo lo que tenía que hacer.
—¿Qué no oyes? ¡Conduce!.—
— Colocate el cinturón de seguridad.— Y como si no entendiera lo que le decía el hombre sólo se quedó en silencio.—¡Que te pongas el cinturón!.—
Tras obedecer sus órdenes puso en marcha el auto y salió a una velocidad media del estacionamiento, dirigiendose obviamente a su hogar.
Aquel hombre comenzó a relajar sus músculos mientras miraba a través del retrovisor y entonces dirijió nuevamente su mirada hacia Louis, preguntándose qué pasaría por la cabeza de ese chico al actuar con tanta naturalidad a esa situación.
—¿No me vas a amenazar con un arma o algo así?.— Cuestionó de pronto.
Aquel hombre sonrió del lado mientras se quitaba los lentes y esa sucia prenda del rostro.
—No me lo hiciste tan difícil, no veo por qué hacerlo.—
Louis iba a decir algo hasta que quitó su mirada de la carretera y la dirigió al hombre que se encontraba sentado justo a su lado. Sus facciones eran casi tan finas como las de un Adonis, cabello color chocolate rebelde como la selva y los ojos, Louis realmente se estaba planteando que tal vez eran los más hermosos que alguna vez pudo ver, verdes como la naturaleza, verdes como la esmeralda, verdes como...
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el hombre le gritó algo mientras señalaba al frente, causando así que Louis volviera a acomodar todos sus sentidos en sólo conducir.
—Te comprendo al querer deleitarte con mi precioso rostro pero te recuerdo que sigues siendo el piloto, niño bonito.—
Louis mentiría si dijera que no se sonrojó con aquel comentario y apodo, y es que por el amor de dios, aquel hombre era realmente atractivo.
—Yo... amhh.—
—Aww, mírate, pero si eres la mismísima reencarnación de ternura.— Se burló, dándole así un apretón a la mejilla de Louis. —¿Es que acaso ya has estado en otros robos?.— Cuestionó.
—Sinceramente no sabía que esto era un robo pero es que no pude evitar verlo como una oportunidad.— Dijo con simpleza, volvió su mirada al hombre encontrándose con un ceño fruncido.
—¿Oportunidad para qué exactamente?.— Cuestionó elevando una ceja, notándose así su obvia seriedad.
—Para ir contigo y que esto sea como en los libros de aventuras.—
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Carpe Diem
AdventureEs 1967 y todo sucede en un país que según unos ojos azules está lleno de ciegos en donde nadie es capaz de percibir lo que realmente importa. Todo sucede en donde se cree que ser homosexual es una enfermedad mental que debe ser curada en un psiquia...