Estás jugando con fuego.

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Louis estaba decidido, él aprovecharía cualquier oportunidad que le pusieran en frente de ahora en adelante.

Y es que, ¿No era ese el objetivo de la noticia que había recibido hasta hace un par de horas?. Sinceramente no lograba acomodar el rompecabezas que había en su mente pero ahora a su genial plan no le daría fin.

Recordaba claramente las palabras de su abuela, clavadas como una enorme estaca en lo profundo de sus recuerdos.

Y cuando seas mayor entenderás que lo más preciado que tenemos es la libertad y el amor.

Y entonces te darás cuenta que no hay mejor manera de disfrutar la vida que haciendo lo que quieres con los que quieres.

Y será entonces cuando encontrarás lo que todos buscan y pocos logran; La felicidad, cariño.

Ahora entendía lo que su abuela intentaba decirle, y odiaba darse cuenta de aquello justamente al enterarse de eso.

Que aunque fuera trágico y desgarrador, aunque llegara a tus entrañas como la daga más filosa y espantara hasta al más valiente hombre, Louis podía ver algo verde y esperanzador ahí dentro, podía ver la oportunidad de todo lo que su abuela algún día le contó, e incluso podía ver cierta belleza en todo esto, como algo magnífico, como si fuera el infierno disfrazado del mismo edén.

Abría sus ojos y se daba cuenta que aquello de lo que todos los hombres sobre la tierra se preocupaban era un simple ciclo inútil; naciendo para lo mismo, creciendo para lo mismo, trabajando para lo mismo y al estar en tu lecho de muerte darte cuenta que sólo despediciaste el regalo de la vida.

Louis no quería terminar de tal manera, no ahora, y tal vez ignoraría la voz de la razón para embarcarse en la aventura más excitante con aquel hombre dueño de esas preciosos jades.

Llámenlo enfermo mental pero ahora mismo no le importaría terminar con todos sus miembros descuartizados sobre la U.S Route 99W* al norte de California.

Así que mientras conducía su Cadillac rosado en dirección a su hogar parecía tan absorto en sus pensamientos que ignoraba a aquel hombre desquiciado y sus gritos por parar el auto desde que le contó su plan inesperado, incluso le colocó seguro al auto para asegurarse de que su locura no lo obligara a lanzarse aún en marcha.

-¡¿Es que estás loco?!, ¡Yo soy el criminal más buscado en los Estados Unidos! Y ahora un niñato con complejo de superioridad cree que me puede encerrar en su auto de princesita y obligarme a llevarlo a quién sabe donde, ¿Ya lo pensaste siquiera? ¡Podrías terminar muerto y con tu propia mano dentro del culo en cualquier carretera del demonio aquí en California!.- Volvió a gritar intentando abrir la puerta que obviamente tenía seguro. -¡Ya está!, ¡¿Quieres que rompa el vidrio y salte?!, ¿O acaso sólo quieres la recompensa por mi cabeza?, ¡Si es así puedo darte el dinero pero déjame salir ya, estúpido niño!.- Continúo, Louis por su parte únicamente puso los ojos en blanco harto de la actitud del hombre.

-Ya te dije lo que quiero.- Miró al hombre sólo unos segundos sólo para volver a girarla hacia la cerretera. -Iré contigo y no me importa lo que digas.-

-¿Y si no qué?.- Cuestionó el hombre.

-Entonces cambiaré mi dirección hacia la oficina de policías y estoy muy seguro de que tú no quieres eso.- Terminó, con esa sonrisa engreída que no había borrado en ningún momento.

El hombre lo miró con incredulidad, ¿En verdad lo estaba chantajeando un niño de quién sabe cuántos años?

-¿Y qué mierdas buscas yendo con un criminal?, ¿La muerte?.- Louis se encogió de hombres.

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