El Señor Cielo Azul.

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Todos en algún momento de su vida tuvieron una gran necesidad y sólo pensaron que la única forma de solucionarla era robando un banco, tal vez dedicarse a la mafia o incluso cumplir la venganza de alguna persona con demasiados recursos, sí, tal vez ser sicarios; pero entonces, ¿Qué pasaba después? Con todas las consecuencias y líos que esto trajera por que evidentemente lo ilegal será más fácil para muchos.

Lamentablemente el cerebro suele funcionar de esta manera.

Así que al entrar en esa sucia vida él sólo se imaginaba saciar esas necesidades que alguna vez tuvo, terminar victorioso después de haber sido pisado una y otra vez por la vida.

Su primer delito fue robar aquella tienda de abarrotes a los doce años con la única intención de comprarle ese dispositivo a su hermana para poder escuchar su voz o al menos el sonido de sus cuerdas vocales.

Cuando tuvo su primera ganancia al vender sustancias ilícitas lo único que pasó por su mente fue comprar ese bonito vestido que le gustó a su hermana.

La primera vez que eliminó a un ser humano fue por que el maldito intentó abusar de su linda hermana en su fiesta de cumpleaños.

Al dedicarse a ese despreciable, inmoral y silencioso oficio sólo quería comprar una casa lejos de todo para él y su hermana.

Y cuando robó ese banco sólo podía pensar que sería el último crimen que cometería y luego sólo debía viajar hasta México para encontrarse con ella.

Pensó en la libertad de los dos y cómo sería su vida después de todo esto.

Pensó que la vida había sido una maldita perra con él y su hermana pero al final ésta lo compensaba.

Pensó que por fin lograría la felicidad con la única persona que le importaba.

Y luego todo se fue como llegó al ser amenazado por esos bonitos ojos azules.

Cuando alguien realiza su último robo sólo espera que todo se solucione, sólo quiere salir de ese mundo de mierda y entonces estar con quienes más quiere; no encontrarse dormido sobre una cama en un motel de cuarta y mucho menos con un dolor de cabeza horrible.

Así que eso fue lo primero de lo que se percató al despertar.

Se encontraba sobre una cama de motel donde muy posiblemente la mitad de la ciudad cometió infidelidad, con un enorme dolor de cabeza, vestido con ropa que no era suya, olía a vainilla, un erizo estaba sobre su estómago y un adolescente de ojos azules lo miraba fijamente desde un sofá que parecía bastante incómodo. Brillante.

-¿Qué haces ahí?.- Cuestionó al muchacho recargándose sobre sus codos.

-Esperaba que despertaras, tienes un sueño muy pesado pero ya todo se arregló.- Respondió sin borrar la sonrisa que tenía en el rostro.

Asintió y sentó sobre la cama tallando su cara hasta que se percató de algo e inmediatamente se levantó enviando al suelo a la criatura sobre su estómago. No fue hasta que todo se vió borroso y cayó de rodillas al suelo.

-¡No te levantes así!, mira lo que has hecho, hasta Jellybean pagó las consecuencias.- Dijo Louis, acercándose lo más rápido que pudo hacia Harry en un intento por ayudarlo a levantarse.

El menor colocó una mano de Harry sobre su hombro y usó todas sus fuerzas para sentarlo nuevamente en la cama.

-¿Qué mierdas hiciste? y ¿Qué hago aquí?.- Preguntó con fastidió a Louis.

-Un gracias no estaría mal, señor gruñón.- Atacó con cierta gracia.- Te desmayaste en mi auto y pensé que estabas durmiendo, pero no fue hasta que hice una parada en una gasolineria que me di cuenta de tu verdadero estado, así que pregunté dónde estaba el hotel más cercano y me enviaron aquí.- Hizo un ademán señalando toda la habitación. -Entonces le pedí ayuda a una pareja para traerte hasta esta habitación ya que no podía cargarte y resultó que la mujer era enfermera, ella te revisó y dijo que sólo tenías demasiado estrés, te inyectó algo para aliviar todo tipo de dolor. Después salí al supermercado y compré algo de ropa para ti, te limpié con toallas húmedas y cambié, espero no te molestes por eso, también coloqué crema humectante en todo tu cuerpo.- Terminó, al soltar lo último no pudo evitar mostrar un evidente rubor sobre sus mejillas.

Harry lo miró con un atisbo de desconfianza que se convirtió en sorpresa.

-¿Enserio me desnudaste?.- Cuestiono serio.

-Pues ammh... ¿Si?.- Respondió tímido.

-Lo que me faltaba.- Rodó los ojos. -¿Dónde está mi bolsa?.-

-¡Oh!, Está ahí.- Señaló al piso donde se encontraba completamente intacta.

-¿Tomaste algo de ahí?.-

-Obviamente no, mi abuela decía que hacer algo como eso era una falta de respeto.- Respondió con simpleza.

El mayor asintió sobando sus ciénes mientras intentaba procesar todo lo que le estaba sucediendo.

-¡Casi lo olvido!.- Gritó emocionado. -Encontré esto cuando fui al super, le pregunté a un empleado y me dijo que podía tomarlo. Te ves muy guapo.- Extendió un folleto con su rostro en donde ofrecían una suma de cien mil dólares a quién lo localizara.

-¡¿Qué mierda?!.- Gritó exaltado. -¿Cómo supieron quién era?.- Se levantó de inmediato y comenzó a dar vueltas por toda la habitación.

-Harry, no digas palabrotas.- El menor lo siguió y enredó ambos brazos en la cintura del mayor mientras pegaba su mejilla a la espalda.

-¿Qué crees que haces?.- Paró en seco al sentir unos brazos envolverse en su torso.

-Te abrazo, mi abuela decía que es la mejor medicina para tranquilizar a una persona.-

-Okay, ahora me tranquilizarías más si te despegas de mí.-

Louis lo obedeció y bajó la mirada apenado. El mayor se giró y no pudo evitar sentirse mal al verlo de esa manera.

-Hey, creo que no estás entendiendo la situación.- Dijo, usando un tono más suave. Colocó ambas manos sobre los hombros de Louis para atraer su atención.

-¿No entiendo qué?.- Cuestionó dudoso mientras elevaba la cabeza y mirara a los ojos a Harry sin poder evitar sentir una corriente eléctrica pasar a través de su cuerpo.

-Lo que está pasando. Soy un criminal, Louis, uno muy peligroso y en cambio tú me ayudaste a escapar de la escena del crimen, me trajiste hasta aquí a salvo y cuidaste de mí, sin  omitir que no husmeaste en la bolsa que posiblemente trae miles de dólares o me echaste de cabeza a las autoridades al ver lo que ofrecen por mi cabeza. Además, todo esto te traerá consecuencias y tú eres inocente.-

-No me importa el dinero y tampoco si me hace culpable, Harry, sólo llévame contigo.- Dijo con un brillo en los ojos. -Por favor... tus acciones no dicen quién eres.- Bajó nuevamente la mirada.

-¿Por qué haces esto? No me conoces.- Preguntó el mayor, no podiendo comprender lo que estaba pasando.

En una situación como esas lo más viable era huir del criminal y echarlo de cabeza a las autoridades, y así no ensuciarse las manos.

Pero ahí estaba, frente a un muchacho lleno de ternura buscándo respuestas. Buscando por qué trataba así a el ser humano más repugnante a los ojos de todos.

-Ya te dije que no hay necesidad de encontrar la razón de todas nuestras acciones. Mira eso.- Señaló la ventana en donde comenzaba a asomarse el sol. -Tan sólo vive el momento y agradece que El Señor Cielo Azul ya salió.- Respondió, juntando al azul y el verde nuevamente pero ahora causando de esta extraña combinación una tonalidad profunda, de esa que queda como una eterna marca en algún sitio.

Harry no entendía, un día la vida le arrancaba todo lo bueno, otro sólo le pagaba aquello, luego volvía a arrancarlo y después volvía a reponerlo.

Harry no sabía si Louis sería algo bueno o malo en su vida.

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