Carpe Diem

Sólo a ti te importa más un lindo apodo que el fin del mundo.

Tan sólo intentaba acomodar de nuevo las piezas en su cabeza, buscando la manera en que cada de una de ellas enbonara a la perfección sin dejar algún espacio vacío que causara nuevas dudas, y sin embargo se encontraba ahí, sintiéndose aún más confuso al estar fuera del lugar mientras esperaba su orden en la fila de la cafetería, orden que compartiría con un criminal que a sus ojos era un simple ciudadano más.

Pero es que hace menos de una semana su vida se encontraba en completo orden, o por lo menos era estable; tenía un año para pensar qué hacer con su vida antes de entrar a la Universidad, su vida estaba arreglada gracias a los ahorros de su abuela, y aunque parecía la perfecta vida de un ermitaño Louis Tomlinson se sentía bastante satisfecho, pintanto todo lo que estuviera a su paso, delineando nuevos contornos y buscando la inspiración a través de la lectura que evidentemente era lo único que tenía, sin omitir la fiel compañía de Jellybean, y si se lo preguntaban muy probablemente se encontraba en su zona de confort hasta hace tan sólo un par de días, pero si no hubiese sentido ese dolor, y si no hubiese asistido al médico que tanto amaba su abuela y si no hubiese buscado la tranquilidad después de todo en ese estacionamiento tal vez no estuviera por compartir desayuno con Harry Styles, pero bueno, la vida hace lo que quiere y Louis honestamente quiere pensar que es lo mejor, que tal vez la vida sólo te pone unos cuantos retos antes de hacerte feliz y que tal vez, sólo tal vez, ella ya tenía un plan para Louis.

Así que bien, su cabeza se encontraba en completo desorden y el hecho de que causaba la curiosidad de muchas personas dentro de la cafetería no era de gran ayuda ahora mismo, Louis era como el polen y los demás clientes eran las abejas, observando de la manera más sínica posible al pequeño cuerpo sin motivo aparente.

Evidentemente Louis estaba al tanto de lo que sucedía, sin embargo no se percataba de que ojos verdes miraban todo detrás de unos lentes obscuros.

Por otro lado estaba Harry, quién sinceramente no sabía por qué no simplemente salía de la cafetería y dejaba al pequeño chico esperando por su orden, claro, Harry sólo debía tomar las llaves que Louis le había encargado y salir de ahí, pero entonces una pizca de moral le atravesó la columna vertebral, eso y la extraña sensación de ver cómo todos observaban a Louis de esa manera, no quería simplemente asimilar de qué se trataba, sólo quería ignorarla y seguir esperando, tal vez si hacía eso todo terminaría más rápido.

Entonces divisó cómo un hombre de unos cuarenta años abordaba al joven en la fila, la cara de confusión en Louis era notoria así que sólo debía esperar para conocer cuál era la verdadera intención del hombre.

-Hola, bonito. ¿Dónde están tus padres? Alguien tan pequeño como tú no debería salir de casa tan temprano.- Dijo aquel imponente hombre acercandose con demasia a Louis.

Y sin en cambio, la inocencia del menor cegó las verdaderas intenciones que llevaba, éste se limitó a sonreír y negar suavemente.

-Oh no, usted en verdad que se equivoca; ¡Tengo diecisiete!.-

Aquel acto tierno se desvanecio al mirar la descarada sonrisa coronada con esos sucios dientes amarillentos del sujeto.

-Oye, he comprado comida de más, ¿Te gustaría ayudarme a terminarla?.-

-¡Me encantaría!, será gratis, ¿No es así?.- Cuestionó Louis con un brillo en los ojos.

-Será todo lo que quieras sólo para ti.- Sonrió nuevamente mientras miraba todo el cuerpo del menor sin que éste se percatara de aquello.- Sin embargo la he dejado en mi auto, ¿Te gustaría acompañarme?.-

Y mientras tanto, del otro lado de la cafetería unos ojos verdes dentro de vitrinas negras miraban con atención la escena, sintiendo una extraña sensación en su vientre, sensación que no se borra con un simple cambio de panorama o sorbo de agua, aquello realmente fastidiaba a Harry, no podía despegar la mirada de ninguna acción realizada por ese par.