capítulo 4: Un giro inesperado

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La mañana continuaba su rumbo, la lluvia parecía no acabar en lo que iba del día y los chicos comenzaban a prepararse para salir a pasear.

Sam: -Oye Kay, ¿Dónde iremos? -.

Kay: -Eso no lo sabrás hasta que lleguemos-. Dije con vos provocadora.

Sam: - Dale no seas malo, dime-. Dije en tono de súplica.

Kay: Esa carita que ponía haciendo puchero me compraba y estaba a punto de sacarme toda la información si seguía así. -No te lo diré y, punto final-.

Cerramos la puerta con llave y fuimos a la parada del colectivo.

Kay: - Ya estamos llegando no te duermas-.

Sam: -Donde estamos? -.

Kay: - prontito lo sabrás-.

Sam: - Tú y tus misterios-.

Kay: - No desesperes mi niño-.

Bajando del colectivo nos detuvimos en un local para mirar unas cosas, luego entramos a un restaurant. Clase media alta, no era un lugar para cualquier persona.

Kay: - Toma asiento Sammy ahora vengo-.

Sam: Que raro, este es un lugar muy caro, la gente se ve que es muy interesada y además nariz parada, no puedo creer que sean tan sociables con Kay.

Kay: - Acá estoy, había ido a saludar a unas personas.

Sam: - ¿vienes seguido aquí?, pareciera que te conocieran todos-. Dije extrañado.

William: - Buenos días señor Engel, y buen día para usted caballero ¿qué quieren ordenar para el día de hoy?

Kay: - Buenos días William, quiero que conozcas a mi nuevo y gran amigo Sammy.

William: - Un gusto señor... -.

Sam: - O'Donnell, Sam O'Donnell, y el gusto es mío.

Kay: -Bueno, dejemos las presentaciones para después, Sammy, ¿qué quieres para almorzar?

Sam: - Em... quiero el menú del día y para tomar una Sprite bien fría.

William: - muy bien señor O'Donnell, y usted señor ¿qué va a querer almorzar hoy?

Kay: -Y yo William, lo mismo de siempre y agrégame esta vez un vino cosecha dulce-.

William: - está bien señor, enseguida vengo con sus pedidos-.

Sam: -Vienes muy seguido a este lugar ¿no? -.

Kay: - Trabajo aquí Sammy, soy el dueño-.

Sam: - ¿es broma?, pero si apenas tienes 19 años-.

Kay: -Mis padres eran los dueños de este restaurant, pero después de su fallecimiento, tuve que ponerme los pantalones y tomar las riendas en el negocio. No permití que ninguno de mis familiares pusiera mano alguna sobre el trabajo, ya que luego terminarían aprovechándose del lugar y se adueñarían cosa que jamás lo permitiría, en fin, a los 16 llevé adelante todo esto. Costó no te lo voy a negar por que imagínate, quien querría seguir a un niño de 16 años, pero entre todos nos ayudamos y supimos manejar la situación, lo sacamos adelante y yo pude pagarles el sueldo que siempre tuvieron y con el buen trabajo que hicieron hasta un aumento del 30% les pude dar. Asique por eso es tan buena la relación que tengo con mis empleados, porque ellos si saben valorar las cosas y como ese empeño se notó yo los recompensé-.

¿Es obsesión o es amor ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora