iv. not anymore

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FLASHPOINT

Onceava semana. 

Audrey abrió los ojos siendo lo primero que vio en el día el techo blanco de la habitación donde estaba. Intentó moverse sabiendo que debía tomar una rápida ducha, vestirse e ir directo a la editorial a trabajar. 

Gracias a Dios y gracias a aquella noche donde Marilyn fue a pedirle ayuda a Barry con su hermana, Audrey pudo volver a centrarse. 

— ¿A dónde vas?

Aunque no del todo. 

Si bien había dejado de asistir a bares y antros y dejar de consumir cantidades enormes de alcohol, ella seguía viendo a Beverly y Jason. 

—A trabajar. 

—No. 

—Mira, Jason, el hecho de que a ti te encanta faltar a la universidad no quiere decir que... oh. 

La tercera invitada en la cama había empezado a estimular a Audrey ahí y Jason aprovechó para dejar besos en el hombro de la chica. 

—No hagan eso. Debo irme. 

— ¿Regresarás?

—Obviamente —aseguró ella—. Cielos, Bevs, déjame en paz. 

—Lo siento, es que imagínate despertar y encontrar a alguien como tú desnuda —dijo Beverly soltando una carcajada—. Me gustas tanto, Auds.

Entonces la sonrisa de Audrey se borró. 

—No me digas Auds, Beverly. 

Nadie tenía permitido decirle así, nadie que no fuera su familia de vez en cuando y él. 

Barry. 

—Lo siento, yo...

—Debo irme. 

—Audrey, nena, no te enojes por eso. 

—Cállate, Jason. 

Audrey logró salir de la cama, bañarse y vestirse en menos de cuarenta minutos y en el umbral de la puerta de entrada ella le gritó a sus dos acompañantes que quizá sí regresaría esa noche. 

No quería pero daba igual, todo le daba igual desde hace mes y medio. 

Perder al amor de tu vida te hacía sentir miserable. A Audrey la hacía sentir... perdida. 

Estaba más absorta en su mundo, a veces no prestaba atención cuando Thalia o alguien de la editorial estaba hablándole porque estaba demasiado ocupada pensando qué había hecho mal para que Barry empezara a sentir cosas por alguien que no era ella. Otras veces se levantaba en las noches para salir a su terraza y mirar el cielo estrellado. Otras, cuando se sentía demasiado triste para estar sola, accedía a ir a casa de Jason para pasar la noche y olvidarse de todo; tal cual hizo la noche anterior. 

Agachó su cabeza cuando sintió que se le nublaba la vista y estuvo segura de haber soltado un sollozo al ver el dedo anular de su mano izquierda sin nada en él. 

Le dolía. 

Le dolía mucho. 

Y de nuevo, tan absorta en sus pensamientos, Audrey ni siquiera se molestó en fijarse en la calle al momento de cruzar y lo siguiente que pasó es que de alguna manera había terminado en el otro lado de la banqueta, alguien tocaba la bocina de su carro como loco y su pelo estaba despeinado. 

— ¿Pero qué...?

— ¿No te enseñaron a fijarte en la calle al cruzar, cierto?

Audrey ladeó su cabeza, dándose cuenta de que el héroe de Central City estaba frente a ella. 

FLASHPOINT ─ the flashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora