Jesús: ¿A que ha venido eso?
Yo: Lo sabes perfectamente.
Jesús: ¿Estabas despierta?
Yo: Sí, me estaba haciendo la dormida. Es que me estabas diciendo esas cosas tan bonitas que no te quería interrumpir.
Jesús: Mierda.
Yo: No entiendo por que tienes tanto miedo a decirme lo que sientes por mi, creo que tenemos la suficiente confianza como para que me lo digas.
Jesús: Soy muy vergonzoso, y me cuestan mucho estas cosas...
Yo: Bueno, pues ya se lo que sientes.
Jesús: ¿Y tú...?
Yo: ¿Yo que?
Jesús: Que que sientes tu. ¿Era yo el chico del que me hablaste ayer?
Yo: Claro que eras tu idiota.
{Nos íbamos acercándonos más uno al otro}
Jesús: Ya lo sabía, chst.
Yo: Ya claro, y por eso no me decías nada, ¿No?
Jesús: Calla, que al final te lo he dicho.
Yo: Va, pero por que me hacía la dormida, chst.
{Estábamos ya muy juntos, me esperaba el beso; pero de repente...}