Capítulo 5

1K 117 24
                                    

El suave sonido de la lluvia chocando contra el metal de la caravana y el olor a tierra mojada, hizo que abriera mis ojos, dando paso a una hermosa visión de Arlet sin camiseta, pasando un paño húmedo por mi rostro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El suave sonido de la lluvia chocando contra el metal de la caravana y el olor a tierra mojada, hizo que abriera mis ojos, dando paso a una hermosa visión de Arlet sin camiseta, pasando un paño húmedo por mi rostro. Sonrío un poco, aunque seguramente se vio más como una mueca, y causa que deje el pañuelo en mí frente al ver que he despertado.

Estos momentos son incómodos teniendo en cuenta que he sido mala con él mientras que él me ha salvado en dos ocasiones. Tendré que empezar a usar "lo siento" y "gracias" con él, dejando atrás ese pequeño odio que traté de forzar para alejar la tentación de saltarle encima. Pero me está complicando el trabajo con su actitud de caballero en armadura y su musculoso pecho al desnudo. Dan ganas de tocarlo, acariciarlo, besarlo... Tal vez hasta de lamerle cual tableta de chocolate "Hershey".

—Buenos días, Venus.

Oh, su ronca voz: un afrodisíaco para mi pobre y débil cuerpo.

¿Cómo soportaré escucharlo todo el día sin ponerle las manos encima? Arlet es demasiado peligroso para mi y mi estabilidad mental. Hará que me vuelva loca.

—Buenos días, Arlet —digo en voz baja con mi garganta doliendo un poco como si me hubiera enfermado.

—Es bueno ver que al fin despiertas —quita el paño de mi frente para volver a mojarlo en un pequeño cubo a sus pies—. Estabas empezando a preocuparme.

—¿Te preocupaste por mi? —pregunto entre sorprendida y con sarcasmo. Él no respondió, sólo dejó caer el paño mojado encima de mis ojos— Oye.

La cama se movió y el piso crujió ante su peso. Quito el paño de mis ojos para poder admirar esos músculos de acero enfrente de mí, bajando la vista a esa "V" donde el pantalón negro sólo cubre donde tiene que cubrir pero mis ojos quieren ver. Oh, estoy siendo una pervertida.

—Mi ojos están aquí arriba, Linda —chasqueo mi lengua al escuchar el apodo qué usa.

—No es mi culpa que tu parte de hombre me llame más la atención que tus ojos.

Es cierto, ya que sus ojos sólo me recuerdan a papá. El hombre que se fue y nos dejó a pesar de haberme prometido que volvería por nosotras, a pesar de haberse comprometido con mamá, de haberle dicho que empezara a planear la boda. Mamá gastó mucho dinero en los preparativos, pero él no volvió. No hubo boda, sólo corazones rotos.

—¿Me dejas acostarme contigo?

Abro mis ojos con sorpresa con su repentina pregunta.

¿Acostarse conmigo? ¿Mover la cama? ¿Mojar la canoa? No, eso se escucha horrible.

—Estoy enferma, no podemos hacerlo —respondo en un susurro algo avergonzada.

¡Oh, Santos Dioses del Olimpo! Arlet se rió a carcajadas... ¡Se rió! Su ronca risa hizo eco en la habitación, esa risa envió un escalofrío a mi cuerpo y sentí algo húmedo ahí abajo.

Seven HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora