Capítulo 2

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—Fue una pena y una pérdida de tiempo para ambas —dijo Lena, mi mejor amiga, cuando le conté sobre la bruja y lo que pasó anoche—

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—Fue una pena y una pérdida de tiempo para ambas —dijo Lena, mi mejor amiga, cuando le conté sobre la bruja y lo que pasó anoche—. Prometo no volver a llevarte a esos lugares.

—No tiene nada de malo, me gusta el circo pero no los payasos —agarro uno de sus pinceles llenos de pintura y lo paso en un lienzo en blanco—. Especialmente esas que se llaman brujas y lo único que tienen de brujas son las verrugas y los amarres qué les hacen a sus esposos infieles para que ya dejen a sus amantes.

—Yo creo que si es una bruja de verdad —me sorprende con sus palabras, quitándome el pincel en el proceso y lo deja de nuevo en la cubeta pequeña con los otros pinceles—. Tú lo dijiste, ¿no? Apareció la carta, al igual que ese día cambió la carta de copa por la de corazones.

—También podría haber estado drogada —dije, pensando un poco en la posibilidad—. Si, recuerda que siempre hay tipos que meten drogas a ese lugar.

Lena negó con la cabeza, cansada de escuchar mis excusas para no querer admitir que la vieja es una bruja de verdad. Mi mente lo cree, por muy loco que sea, pero mi orgullo no quiere admitirlo ya que sería llamarme tonta por haber enojado a una bruja.

—¿Podrías pasarme ese color? —señaló un tubo de color azul. Se lo paso, deteniéndome un tiempo para ver su cuadro— ¿Qué dices? ¿Demasiado rosa?

Es un bonito campo con pequeñas flores cayendo del árbol de Sakura, encima de un pequeño lago con un cisne en él, pero es la figura de la mujer en el lago lo que llama la atención. Me sorprende mucho que Lena tenga tanta creatividad en esa pequeña e inocente mente. Ambas somos como agua y aceite, ella es dulce y romántica, yo soy atrevida y seductora, lo único que tenemos en común es el odio hacia los mujeriegos e infieles.

Conocí a Lena en el bar, una noche que ella fue en busca de su novio, la pequeña y dulce Lena se encerró en los baños a llorar cuando vio a su novio metiéndole mano a una pelirroja llena de colorantes, y como la buena persona que soy, fui a ayudarla. Ambas salimos del baño con una meta en mente: Venganza. Le serví un coctel de un alcohol muy fuerte que sientes el olor hasta a kilómetros de distancia, acompañado de un viscoso jarabe de menta. Mi mejor coctel fue a parar a su cabeza, derramándose por el cuerpo masculino del infiel y manchando el vestido de su acompañante.

Me sentí orgullosa de Lena.

—Es perfecto, calabaza —gruñe, aún sin acostumbrarse a mi apodo hacia ella.

—Ya te dije que no me llames así —me amenazó con el pincel, pero tenía una pequeña sonrisa que delataba su amor por mi apodo.

—Entonces no vuelvas a sentarte en una calabaza, pompi de calabaza.

Así pasé mi tarde, molestando a Lena mientras ella pintaba y me hacia olvidar de mi mala suerte con la bruja y los hombres.

Así pasé mi tarde, molestando a Lena mientras ella pintaba y me hacia olvidar de mi mala suerte con la bruja y los hombres

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