Capítulo 4

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—Venus, mírame —levanté la vista, perdiéndome en sus ojos negros reflejando su amor a la vez que podía ver su dolor—

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—Venus, mírame —levanté la vista, perdiéndome en sus ojos negros reflejando su amor a la vez que podía ver su dolor— . Eres mi niña consentida, la luz de mis ojos —limpió la lágrima de mi mejilla, tomando su tiempo para acariciarme—. Nunca podría olvidarme de mi dulce Venus.

Corrí detrás del carro, la lluvia mojándome de pies a cabezas mientras lloraba y gritaba su nombre.

No puede irse... No puede dejarnos. ¿Por qué? ¿Qué hice mal? Por favor, vuelve.

Papá...

Abro los ojos de golpe, sintiendo mis mejillas mojadas y mi corazón latiendo muy de prisa

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Abro los ojos de golpe, sintiendo mis mejillas mojadas y mi corazón latiendo muy de prisa. Me siento en la cama, despacio, ignorando la pequeña molestia en mi espalda.

¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?

Acaricio la suave sábana blanca sobre mí, respirando su olor a limón y loción de hombre. Inspecciono la pequeña habitación, donde sólo había un pequeño mueble con cajones, una zapatera pequeña, una mesita de noche con una lámpara negra y una mesa llena de distintos productos personales y algún que otro adorno pequeño. La puerta está abierta, por ello pude escuchar voces, dos femeninas y una masculina.

Arlet...

Se llama Arlet, mi gusto culposo. Si esta es su cama ¿Por qué no hay nada femenino? No hay loción de mujer, no hay zapatos de tacón en la pequeña zapatera, nada que me diga que vive con una mujer. Entonces... ¿Por qué tiene la marca de un anillo en el dedo? ¿Lo juzgué mal? No me sorprendería ya que siempre meto la pata con los hombres.

Me levanto con cuidado, sintiendo la suave alfombra en mis pies. Mis uñas necesitaban un retoque de esmalte, pero no es el momento para pensar en eso. Camino en silencio hacia la puerta, escuchando la conversación que tienen en voz baja.

—Debiste dejar que la golpeara —dijo la voz femenina, proveniente de esa bruja arrugada—. Nos hubiéramos ahorrado la molestia de tenerla aquí.

—No soy un desalmado como tú, Gina —respondió él con la voz ronca.

¿Gina? ¿Ese nombre no significa "Ángel"? Que irónico teniendo en cuenta que es una bruja.

—¿Seguro que estás bien? —pregunta la dulce voz de Lena. Mi amiga, la que me las pagará por todo esto—. El golpe fue muy fuerte.

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