Venus no cree en las maldiciones...
Hasta que una bruja de circo la maldice.
Viéndose atrapada en la desgracia, sin trabajo, sin hogar y sin dinero, acaba en un circo, dónde el dueño resulta ser su gusto culposo, el cliente que siempre llegaba al ba...
¿A quién más puedo acudir? Estoy sola, Lena no contesta el teléfono, llamé a su apartamento y su madre me dijo que estaba durmiendo, mi vecino no está y mi otra opción es irme a un hotel pero no traigo efectivo suficiente para pagar y mis tarjetas están a cero ya que gasté todo pensando que para el día de pago, estaría bien.
Es por esto que los ancianos recomiendan ahorrar y ahorrar...
—Zeus, necesito que me ayudes —le dije por el teléfono, ahogando un sollozo.
—Venus, estoy ocupado —escuché una risa femenina de fondo. Ocupado con una chica, como siempre...—Resuélvetelas tu sola.
—¡Estoy en la calle a las doce de la madrugada, Zeus! ¿No puedes sólo ayudarme esta vez? Por favor...— rogué ya con las lágrimas volviendo a salir de mis ojos irritados e hinchados—. Zeus, soy tu hermana y sabes que no te llamaría si no fuera importante.
—Entonces has como siempre y arreglártelas tu sola o llama a tu madre —escuché un chasquido, seguido de un gemido— Adiós, Venus.
Colgó la llamada, dejándome con el teléfono en el oído, en silencio. Estoy sola como siempre...
"Llámalo."
Miré mi teléfono y un número apareció en pantalla con un nombre que no creí ver en mi teléfono, aun así le doy al botón de llamar. Espero dos tonos antes de escuchar su voz.
—¿Venus? ¿Estás bien? —sollozo por el tono de su voz preocupada.
¿Estaba esperando mi llamada?
—Arlet...—susurro antes de sollozar nuevamente, esta vez un poco mas fuerte a causa del llanto que me tortura y no logro contener— Necesito que me ayudes.
—¿Dónde estás? —pregunta con la voz entrecortada.
—Afuera del edificio de mi apartamento —agarro con fuerza la manija de mi maleta roja—. Me sacaron mis maletas, Lena no me responde el teléfono, mi hermano no me quiso ayudar y yo... —limpio mis lágrimas con furia, furiosa conmigo mismo por haber dejado que todo saliera de mis manos, enojada por nuevamente caer en cuenta de que mi familia es simplemente de nombre— No tengo a nadie más.
—Mándame tu dirección por mensaje, linda —susurra el "linda" con delicadeza, remarcando su acento—. Estaré ahí lo más pronto.
Arlet siempre está salvándome como si fuera una damisela en apuros...
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No sé cómo reaccionar ante las situaciones de crisis, eso es algo que he comprobado en muchas ocasiones. No me considero alguien débil pero si sensible ante las situaciones difíciles y en estos momentos, no sé cómo actuar. Observo la ancha espalda de Arlet mientras metía mis maletas en la parte trasera de su camioneta Ford antigua, sencilla y útil más que lujosa. Me gusta. Pero me gusta más la rapidez con la que vino por mí...
