08: Lo hermoso del desierto es que

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en cualquier parte, esconde un pozo.


No puedo simplemente obviar la siguiente parte de la historia solo por el hecho de saber que probablemente aquel Hoseok les caiga un poco mal. Pues no podría culparlos, yo tampoco me agradaba en aquella época y tanto yo, como quienes me rodeaban y quienes leerán esto, todo ellos tenían suficientes razones para cuestionarme.

No creo que haya sido una persona horrible, simplemente entiendo, luego de que ha pasado un tiempo prudencial, que mi capacidad para ver mas allá de mi ombligo estaba anulada y el egoísmo, por ende, me tenía un poco cegado. Por otro lado, las personas no eran mi punto fuerte y la soledad en la que me había sumido por tantos años me había convertido en alguien poco comprensivo respecto al mundo que me rodeaba. Mi mente conocía mas de libros, números y de asuntos empresariales, que de sentimientos, actitudes, sacrificios... Las personas eran complicadas, las relaciones aún mas y no entraba en mi ajetreada agenda de jovencito perfecto el hecho de entender que más allá de una acomodada vida, había otras personas con realidades tan opuestas a la mía, que hasta creía que eran imposibles de conocer.

Estaba equivocado, por vez número mil. ¿Saben? Creo que lo mejor que he hecho en mi vida es equivocarme... Ningún prestigioso libro me ha enseñado más, qué vivir la vida, tal cual debía vivirla.

No aprendí esto solo, por supuesto. Fue esa mañana que Taehyung aferró mi mano y abrió mi corazón, con cada pequeño aprendizaje que salía de su hermosa alma. Supongo que empecé a aprender de él desde el momento en que lo vi, y ha sido un trabajo tan peculiarmente detallado, que no me pude dar cuenta hasta tiempo después.

Llevo ventaja contando esto luego de que ya he aprendido de ello, pero intentaré explicarlo en palabras y pensamientos de aquel Hoseok...

Era una mañana bien temprano cuando Tae tomó mi mano y misteriosamente, logró que dejase todo atrás para irme con él. Había tenido una noche pésima en casa de mis padres y Taehyung había terminado en la puerta de mi cuarto disculpándose por ser extraño. Si ser "raro" significa tener un alma como la de él, pues el mundo debería ser un lugar de raros.

La cosa es que vio las pastillas en mi mano (supongo que no es la primera vez que las ve porque supo de inmediato para qué servían) y con una mirada de preocupación decidió mostrarme cuan equivocadas podían ser mis ideas (o las de mi madre) con respecto a la infelicidad y el dolor.

- Tae, ya no es divertido el misterio... ¿a donde se supone que vamos? - le pregunté, recuerdo, luego de que caminamos por lo que me parecieron un millón de calles hacía adelante y atravesamos lugares de Seul donde jamás había pisado. Por lo menos, no a pie. 

- Claro que es divertido... -respondió emocionado, mientras seguía jalandome la mano para que le siguiera el ritmo. Casi corría, y no por apuro, sino que ansiaba llegar pronto. Taehyung tenía formas, un poco extrañas, para hacerse entender o por lo menos, yo no sabía entenderlo del todo bien al principio. Era fascinante tener que descubrirle. - ¿Puedes confiar en mi? - me preguntó deteniéndose para obtener su respuesta. Tenía esa maravillosa y olvidada costumbre de mirar a los ojos cada vez que necesitaba decir algo importante y ese pequeño gesto hacía sentir extraño a mi corazón. "Es tan molesto..." solía pensar.

- Podría confiar en tí, pero sucede que sigues sin decirme adonde vamos y el secuestro sigue siendo ilegal... No importa si he venido por mi cuenta -le recriminé bromeando en el momento en que se frenó y me sonrió. Tal vez hubiese podido darme cuenta que ya habíamos llegado y que Rain corría por el lugar con una felicidad incomprensible. Como quien vuelve a casa, después de un largo viaje.

La piel de un Principito - VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora