Plácida en su tumba descansa su materia,
de míseras memorias y putrefactas fantasías.
Su muerte fue construida desde la cuna.
Y su vida, en frágiles cimientos aguanta.Aquel día mezclaba un lúgubre firmamento,
un hedor demoniaco diluido en lágrimas de ausencia.
Sus propósitos, estólidos hasta el tuétano.
Y su poesía, producto de lo inefable.El cantar provenía de sus súplicas.
Aquella voz grave convergía con su agudo trabalenguas.
Su llanto nunca fue escuchado.
Silencio jamás fue pronunciado.Ascendía, podía comprobarlo.
¿Qué tan fuerte sería la caída?
No entendía por qué los tenues sonidos de sus dedos
desgarraban su figura a través de sus oídos.¿Era acaso en vano su esfuerzo por ser escuchada?
La melodía no era severa,
Y sin embargo llegó a conmoverla.
Logró corromperla.
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Fragmentos de una emoción
PuisiNo más mentiras. No más cartas furtivas. Todo lo que pienso está aquí, justo frente a sus ojos. *Aunque preferiría mantenerlos como borradores, estos poemas han sido re-publicado gracias a Sarita Arbeláez.