CAPÍTULO 2

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Mi mente está despierta, pero mis ojos no consiguen abrirse. Tengo todos los sentidos activos, menos el de la vista, no logro ver nada. Es como si tuviese un antifaz que impidieran la apertura de mis párpados.

Una voz dulce retumba en mis oídos. Escucho pisadas y objetos de metal moverse.

Me siento relajado, como si estuviese en un sueño. Algo que cambia cuando noto hundirse el colchón donde estoy tumbado.

-Buenos días Jackson -dice esa voz suave que estaba escuchando hace tan solo unos segundos.

Una luz intensa me golpea la cara, aún con los ojos cerrados me molesta, y los aprieto. Inmediatamente los abro y parpadeo varias veces hasta que mis pupilas logran contraerse.

-Me llamo Ethinia, soy una de las enfermeras del hospital y estoy a su disposición cuando quieras, tan solo tienes que pulsar el botón -afirma señalando a mi espalda, donde hay un teléfono con un botón rojo.

Se me marca una pequeña sonrisa y asiento. Observo con recelo cada centímetro de la habitación. Detrás de Ethinia, un hombre joven, que tendrá algunos años más que yo está apuntando todo, mis gestos, mis miradas, mis reacciones.

-Disculpa Ethinia -, Hago una pausa, detengo la mirada en el joven. Al instante miro de nuevo a la enfermera-. ¿Dónde se supone que estoy?

A mi izquierda encuentro una cortina blanca como esas margaritas que cubren cada trozo de suelo del bosque que hay alrededor de mi casa.

De vez en cuando escucho un quejido, una voz que ya he escuchado antes, no sé cuándo, pero estoy completamente seguro que en algún momento la he oído.

-Ya se lo he dicho, ahora mismo se encuentra bajo cuidado en el hospital -dice frunciendo el ceño. -Su herida es bastante grave y tiene que seguir reposando, si no se le podría abrir los puntos.

¿Puntos? Pienso. ¿Qué puntos? Repito en mi mente. Me llevo la mano a mi muslo, tengo un vendaje que me cubre hasta el final del fémur. Cierro los ojos, aprieto todo lo fuerte que puedo. Escucho el sonido de la puerta cerrarse.

Mi mente se hace múltiples preguntas: ¿Dónde hay un hospital a las afueras de los Secúpulos? ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Dónde está mi hermana?

A pesar de estar recién despierto, tengo la sensación de no haber dormido nada, estoy muy cansado.

La cortina situada a mi izquierda se desliza, y un rostro moreno, con el pelo largo, suelto... me viene una imagen a la cabeza, un recuerdo.

-¿Eres...?

-Danai.

Se me arruga la frente, y me rasco el cabello con la mano derecha, froto. No sé qué hace ella aquí, pensé que al oír el chillido de mi hermana ella había huido.

Ella se levanta, no tiene ninguna lesión importante. Se acerca con paso sigiloso a mi camilla. Me acaricia el brazo sin venir a cuento. Fija su mirada en mi rostro y aprieta sus labios hasta que casi desaparecen formando una delgada línea.

-Levanta, rápido -dice en su tono de voz natural, duro y dictatorial.

Hago el amago de incorporarme en la camilla, pero me duele mucho el muslo.

Niego con la cabeza, no puedo levantarme, el peso de mi cuerpo me tiraría de lleno al suelo.

Ella pone los ojos en blancos, como si pensara que soy un blando y que no soy ni capaz de levantar, pero claro, ella no tiene una raja en la pierna porque resulta que nadie le ha disparado un tiro, así cualquiera.

NoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora