CAPÍTULO 4

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Ansío acariciar ese pelaje azul turquesa que cubre su rostro. La tonalidad es muy característica, nunca antes había visto ese color en ningún otro animal.

Al enfocar mi vista sobre los ojos también azules, aunque más claros, de Nora noto la sensación de tener un vínculo especial con ella.

Mi mirada, llena de deseo, conecta tanto con Nora que mi alrededor desaparece, es como si estuviera solo con ella, en mitad del bosque en pleno enero. El frío congelando el lago, y las hojas con una delgada capa de nieve que deslumbra por su belleza.

-Supervivientes aún hay muchos -dice Jeremy con sosiego y confianza en cada una de sus palabras. Está muy tranquilo y feliz -, pero ninguno como ustedes dos, para nosotros sois especiales.

Se me viene a la cabeza las palabras de Brandon, "Activarán el plan de búsqueda, sois muy importante para nosotros", recuerdo muy bien sus palabras, pero sigo sin entenderlas.

Giro la cabeza de lado a lado, y me encuentro a Danai, sin quitarme los ojos de encima, está pálida, no deja de mirarme en ningún momento.

Hace pequeños movimientos, de izquierda a derecha, negando con su cabeza.

-No puede ser Jackson -dice boquiabierta. Frunzo el ceño, no entiendo que le está pasando.

Jeremy me mira, y su felicidad aumenta, sus mejillas se ponen tensas a la vez que su sonrisa se agranda.

-Eres tú, sabíamos que eras tú -dice con voz pasible.

Me siento como una de esas ratas de laboratorio que vi hace unos momentos antes de entrar a la sala, indefensas, asustadas y expectantes. ¿Qué soy yo?

Jeremy rebusca entre los cajones de la mesa donde estaba sentado, pero no parece encontrar lo que busca. Levanta una de sus manos, tiene los dedos juntos y firmes, hace un gesto para que esperemos, él sale de la habitación.

No tarda mucho, al momento está dentro, y viene con un espejo y me lo coloca frente a mí dejándome ver mi rostro. Me veo muy raro, algo en mi cara falla. Me doy cuenta al instante, son mis ojos. Mi color marrón miel ha desaparecido, ahora son como el agua de un manantial puro, son del mismo azul que los de Nora.

-¿Qué está ocurriendo? -digo alarmado.

Nora, que estaba tensa al quitar el cristal, está ahora tumbada sobre el suelo de parqué, tranquila, en su mundo.

-Has domado a la bestia.

El arma de destrucción masiva mutada en la guerra me quiere y no sé por qué. Me acerco a ella y satisfago mi deseo de tocarla.

Es grande, muy grande. Mide más de la mitad de alta que yo, y eso que no soy bajito. Aparte de grande se aprecia que es fuerte, se nota que fue creada para matar, sin embargo, se deja tocar por mí. Lo que no entiendo es mi cambio repentino del color de mis ojos al conectar con ella.

-Nora es una de las tres lobas que mutaron por el patógeno que tenemos registradas. Sucedió hace mucho tiempo, desde antes de la Tercera Guerra Mundial, pero durante muchos años se dudaba de su existencia -dice Jeremy con nostalgia -. Mi abuelo, que en paz descanse, dedicó toda su vida a investigar sobre esta raza tan peculiar. Su deber era informar a la asociación a la que pertenecía y encontrar un único ejemplar para verificar su existencia, y murió sin lograrlo.

Noto un ápice de pena en sus palabras, pero resaltar más su orgullo.

-Se contaban muchas historias y leyendas sobre estos lobos, y entre ellas estáis ustedes dos -continúa diciendo Jeremy. Solo se escucha su voz en toda la sala, estamos todos impacientes mientras escuchamos su charla, incluso sus trabajadoras Mel y Martha -. Una de las leyendas, la más famosa, decía que los Nensus, aquellos lobos que mutaron a causa del patógeno a las afueras de los laboratorios, son casi inmortales, sólo podían morir si su maestro moría previamente.

NoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora