-Mi primera muerte, la recuerdo perfectamente, el hombre había sido acusado de ser un violador de niños, la cosa es que cuando le arrebato la vida a una persona, puedo ver todo lo que vivió hasta ese momento, ¿recuerdan aquel viejo dicho que dice que la vida pasa por los ojos de las personas?, es algo similar, él sin embargo era culpable, pude ver a cada niño del que abusó, incluso aquellos de los que nadie sabía, excepto él, perdí hace mucho tiempo la cuenta de las personas a las que he matado, asesinos, violadores, secuestradores y algunos inocentes también, para el punto en que yo era encargado de asesinarlos, ya era demasiado tarde para poder hacer algo al respecto, ahora me entere de que mi servicio ya no será requerido, que ahora soy yo a quien van a terminar, inyecciones letales, eso es lo que ahora se utiliza y yo no puedo hacer nada más que ver cómo me empiezan a desmantelar, ya no hay más uso para esta vieja silla eléctrica dicen-
Su voz tan aterciopelada e inquietante, así como hermosa y perfecta, siempre que ella leía me reconfortaba, como ahora que me sentía extremadamente relajada, solo que todas esas buenas sensaciones se fueron al demonio al darme cuenta de mi posición. Abrí mis ojos pero aún estaban nublados por el cloroformo, al menos en eso no era tan diferente, cuando pude divisar mejor mi corazón se aceleró, mis estómago volvió a revolverse y deseé tanto que mis ojos pudieran cerrarse, pero estos se negaban a obedecerme. A mi alrededor estaban los alterados, con marcas en sus rostros y pecho, habían sido torturados y Mike, con la marca al estilo esclavo griego en su ojo bueno pues el otro ya no lo tenía, se lo había arrancado, Kara lo había hecho, ella, la mujer amo, quien ahora estaba frente a mí, sentada en un banco con ese atuendo tan suyo, como KillerSun, con esa sudadera negra con capucha con el pentágono en el centro con sus siglas, sus pantalones ajustados de mezclilla rotos de las rodillas, doblados de los tobillos y esas cadenas a los lados en su cadera colgando, traía sus ya distintivas botas negras tipo militar, sus manos unidas mientras que tenía la cabeza gacha sin dejarme ver su rostro.
No podía hablar, moverme o siquiera respirar bien, tenía una mordaza en la boca, sabía a detergente, mis brazos y piernas atadas a una silla de metal pesado con cinturones de piel, pero no con fuerza, mire hacia arriba, era una silla eléctrica, después de todo sí terminé en una, también explicaba su reciente lectura, era un ser despreciable, pero uno que yo amaba, me odiaba tanto por quererla, por haber estado con ella, me pregunto, ¿realmente ella me ama?, no, es imposible que ella pueda sentir algo, solo fui su más perfecta flecha, la que la ayudo a exhibir a los alterados, ahora me daba cuenta que faltaba una, Imra, ¿la habrá perdonado?.
Ella levantó al fin la cabeza, traía puesta esa máscara de Cheshire, solo se podían ver sus ojos, a diferencia de la última vez que los vi, estaban llenos de vida, brillantes y al parecer alegres, se puso de pie lentamente apartando su vista de mí, debo decir que el silencio ahora, era sepulcral. Tomó el hierro ardiente en ese horno que tenía en este lugar, era un sótano, de torturas… así que aquí tenía todos esos artefactos, aquí pudo haber estado Maggie, ¿cuánto la habrá hecho sufrir?, ¿qué pensaba hacerme con ese hierro ardiente?, solo yo era la única que no tenía su distintiva marca, estaba claro que era para mí.
Empezó a mover el hierro, girándolo sobre sus dedos enguantados, sus ojos se posaron en los míos nuevamente, mi cuerpo temblaba, estaba llena de miedo, pero por alguna razón ya no me quedaban lágrimas que derramar, estaba seca. Sin embargo caí en mi error, el hierro no era para mí, era para alguien más, un hombre ajeno a los alterados, uno que tenía cubierta la cabeza con un costal negro, lo había desnudado completamente y bañado con aceite de carro, olía muy mal, era una mala combinación la sangre de los demás con ese líquido flamable, bajo la máscara a su cuello y me sonrió de lado con malicia, ¿por qué me sonreía?, y entonces lo entendí, al momento en que le descubrió la cabeza, me removí en mi lugar tratando de gritar, era mi hermano… Lex estaba atado a la silla inconsciente, sus rizos pelirrojos cortados muy mal, con moretones en los ojos, respiraba pesadamente, posiblemente estaba drogado, ¡maldita!, gritaba en mi interior, ¡cómo se había atrevido!, vi como apretó con fuerza el hierro entre sus mano derecha acercándolo lentamente al hombro de mi hermano, ¡detente!, eso quería decir, pero no podía, de mí solo salían gemidos de rabia y dolor, no… ella no podía hacerle eso.
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Yo seré tu humanidad
Mystery / ThrillerA veces no llegas a comprender del todo una mente humana, y aún más una demencial, podrías vivir con alguien que jamás sospecharías que los es, bueno con los años me daría cuenta de que el más terrible monstruo yace detrás de un rostro angelical y s...