Himawari

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Sakurako agotada por toda el día que pasó casi sin hacer mucho, descansaba en la comodidad de su habitación. Con el celular en la mano miraba fijamente la pantalla que iluminaba su rostro cansado. Esperaba un correo o texto tal vez, si era así ese correo debía venir por parte de su novia, y claro que esta no le contestaría pues si no estuviera esperando como mensa.

— ¿estará pensando en Akari? — ¿Qué tenía que ver la pelirroja con sus inseguridades? nadie lo sabe

Pero había que darle crédito a la joven y me refiero a Himawari. No es fácil tener que soportar algunas tonterías y uno que otro arranque de celos de los que Sakurako era experta, ya se había disculpado, además esa chica sabía que estaba metiéndose en terreno minado y tarde o temprano una bomba explotará. De todas maneras ese texto jamás llegaría, ya sea por lo ocupada que debía de estar Himawari como ya se lo había dicho anteriormente, o por que simplemente no le veía el caso de responder una pregunta simple y algo atrevida.

— Esta pechugona me dejo en visto — dijo ya agotada de la espera y con los ojos rojos del cansancio.

Lanzó, literalmente, su celular a un lugar que ella no sabe, no se preocupa demasiado en averiguar si cae de la mejor forma pues su habitación esta acolchada con ropa esparcida por todos lados, así que su celular seguro y no sufrirá ningún desperfecto.

— ¿qué pasará si le propongo matrimonio?

Con esa idea en mente se durmió rápidamente, y no es que soñara después con aquello que dijo antes de cerrar los ojos, aunque en parte si vio en sus sueños a Himawari vestida de novia muy hermosa, pero no era por ella, más bien Sakurako estaba ahí elegante pero era quien la llevaba a entregar al altar a esa chica rubia que casi no recordaba pero que sabía que "imaginación" estaría tras su sexy novia, o en este caso ex sexy novia.

La pesadilla transcurrió con normalidad, o algo así, mientras en la realidad una Sakurako se agitaba en su cama sudando a mares. Pero todo debía terminar, y para Sakurako fue el momento del beso con el que su ex novia sellaría el trato con su aquella rubia.

— ¡maldición alguien va a morir! — se incorporó quedando sentada en la cama respirando agitadamente

— ¿quién va a morir? — alguien dijo susurrando como para no levantar sospechas o simplemente no despertar a la hermana de Sakurako que dormía en el cuarto de junto

— ¿Qué? — Sakurako debía estar soñando pues en la oscura habitación creyó oír la voz de Himawari

— ¿tuviste una pesadilla? — Habló ella desde más cerca, tanto que Sakurako la pudo notar gracias a la poca luz que se colaba desde la calle

— Himawari ¿Qué haces aquí? — Preguntó tratando de ver mejor y saber si era real

— Vas a empezar con tus tonterías — dijo y vio hacia otro lado apenada — me enviaste un mensaje... preguntándome si quería... eso

Sakurako se rasco la cabeza tratando recordar aquello pero no le venia a la cabeza pues Himawari no era tan directa — ¿Qué es "eso"?

Himawari enrojeció pero no le dio el gusto a Sakurako de escucharle decir aquellas vergonzosas palabras, en vez actuó y queriendo demostrarle que al igual que Sakurako, ella no estaba bien manteniendo la distancia y necesitaba del cariño tonto de la castaña. Así que subió a la cama y beso desprevenida a la chica que tanto amaba, queriendo así darle más tranquilidad a Sakurako ya que se lo había imaginado.

— me refiero a "eso" — dijo susurrando — me enviaste un mensaje diciendo que lo necesitabas, que me necesitabas y que morirías si pasabas otro día... sin mi

— ¿yo dije eso? ¡Es imposible! — Se excusó volteando su rostro en tono ofendida — pero ya que estas aquí...

— eres una idiota Sakurako

— y tu un monstruo de tetas hermosas

— ¿Qué? ¿No quisiste decir "tetas enormes"?

— si si, ¡ya no sé!

— shh... cálla... por esta noche no digas nada — dijo Himawari y acorraló en un beso a su novia la loquita

Sakurako suspiro cuando el beso termino y lo único que se le vino a la cabeza fue preguntarle a Himawari como fue que entro a su casa a esas horas de la noche. Himawari solo rodó los ojos pues no imaginaba que tan olvidadiza podría llegar a ser su novia y entre besos le recordó que lo de tener una llave de su casa y habitación fue principalmente idea de Sakurako. Aunque debía reconocer que fue una idea bastante atrevida pero efectiva mas si era la primera vez que Himawari visitaba a la castaña ya que siempre era Sakurako la que se metía en la casa de Himawari a escondidas y la asaltaba a altas horas de la noche en su cama.

Recordar esos hermosos momentos provoca que Himawari mantenga una actitud dominante aunque no lo parezca siempre era la que estaba arriba, por otra parte su corazón no podía ser más feliz con solo ver la expresión de su novia cada vez que la besa, siendo incluso más bueno y emocionante que la primera vez que hicieron el amor.

— Sakurako... ahí no... mmme haces cosquillas

— ¿entonces por dónde?

Para Sakurako todo era más hermoso que un bello sueño, sentir otra vez las caricias de su sexy novia después de una eternidad, poder tocarla y besar cada parte de su cuerpo hasta hacerla suplicar por mas, robarle el aliento con cada beso feroz y terminar acurrucada en un revoltijo de sabanas abrazada al cuerpo desnudo de Himawari... ¡eso era el maldito paraíso!

Pero todo tiene un final...

A la mañana siguiente Sakurako se levantó adolorida en ciertas partes pero eso no le preocupaba, pero si se mostró desacuerdo por el comportamiento de su novia. Pero debía ser más comprensiva pues su novia no la iba a estar esperando hasta que despertara para desearle buenos días, Himawari tenía que ser más mañanera que su novia y pues Sakurako no es que sea una dormilona pero para ella las ocho de la mañana son horas para ir a medio sueño.

— siempre me hace lo mismo

No estaba muy convencida de levantarse de la cama, pero tenía que hacerlo iniciando su preparación para ir al trabajo. De mala gana saltó fuera de la cama como si así fuera la única forma de despegarse de ella, en ese momento alguien afuera hacía sonar una bocina dos veces seguidas.

— ruidosa

Antes de que se quejara por completo por la contaminación de ruido volvió a sonar la bocina de nuevo dos veces repetida. Algo que le pareció extraño era que aquel sonido parecía venir de la casa de en frente, y algo le impulso a bajar a carreras por las escaleras completamente desnuda y asomarse por la ventana que daba a la calle.

— ¡¿Qué haces desnuda?!

Las protestas de su hermana cayeron en oídos sordos, mientras sus manos apretaban con fuerza descomunal las cortinas y su vista enfurecida veía a través del cristal a un auto negro, mismo auto que ya había visto y hacia donde corrió Himawari apresurada. La gota que desbordó su furia fue ver que del auto salía aquella rubia del día anterior, y que sin importarle nada abrazó a Himawari y plantaba descaradamente un beso en la mejilla de la chica que, a vista de Sakurako, no hizo más que sonrojarse y verse aún más linda.

— ¿me oyes Sakurako? — Hanako se acercó a ella pero viendo la furia de sus ojos y lo salvaje que era con las cortinas, dio media vuelta y se fue a la cocina.

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