Con la cabeza sobre una mesa se mantenía abatida aquella pobre chica, luego de que sus sentimientos fueran visualmente pisoteados por su novia la sexy. Claro que había que creer en segundas posibilidades a lo que sus ojos le mostraron en ese pequeño lapso de tiempo, incluso su hermana pequeña ya no tan pequeña le había aconsejado informarse bien antes de cometer una tontería de las cuales Sakurako era experta.
Más no tuvo alguno posibilidad ese día de averiguar algo sobre esa rubia que a su criterio no hacía más que insinuársele a Himawari. Ni sus hermanas ni Akari lograron darle la información necesaria o aquella que calmase su loco corazón medio destrozado, algo que le ayudase a respirar con tranquilidad, además aquellos mensajes sin respuesta solo tuvieron el efecto contrario.
- si sigues así la gerente se enojara contigo... otra vez - le aconsejo su compañera quien a cada rato que pasaba veía a Sakurako en la misma posición, tampoco es como si el café estuviera lleno, solo habían un par de parejas que estaban satisfechas hablando entre sí
- mmm... - suspiro largo rodando su cabeza sobre la mesa, como queriendo emparejar sus cachetes que lógico uno era ya diferente
- puedes decirme algo, por lo menos
Sakurako no estaba bien contando sus problemas a terceros, tampoco es que necesitara ser regañada por alguien que seguro encontraría una falla en todo ese asunto. Por otro lado no estaría mal un poco de ayuda o unas palabras que le levanten un poco el ánimo, no todo debería estar perdido y no debería darse por vencida así como así.
Claro, fue su pensamiento sobre la guerra que encendió sus instintos primitivos, pelearía por su novia así tenga que morir en el intento. Pero, ¿estaría bien tratar de meterse en medio del nuevo romance de Himawari? Claro que a Sakurako le importaría un pepino pero tampoco es como si quisiera que Himawari la odiase para siempre. También hay que saber perder.
Mientras Sakurako se debatía sí o no debía cometer un crimen, alguien entró en la cafetería alertando a Haruka. Como costumbre saludo cortésmente a su clienta aunque esta solo era una chica repartidora con un enorme ramo de rosas que debía entregar en ese lugar
- Buenos días - saluda la chica - traigo un paquete para... este... bueno, no sé por qué me molesto en decirlo - La chica repartidora con mucha confianza le entregó el ramo a la deña con un sentimiento de envidia - que suertuda es usted, desearía tener a alguien tan atenta como novia
Los clientes cuchicheaban y algunas suspiraban enamoradas viendo el presente que llegó a la cafetería, Sakurako no estaba tan impresionada aunque si había levantado la cabeza para ver un nuevo "intento" de su senpai por expiar culpas. Haruka sonrojada y avergonzada por todas las miradas llegó rápida hasta la mesa donde estaba Sakurako y colocando el ramo sobre esta le acompaño.
- ¿ahora qué dice? - preguntó la castaña doblando los ojos mientras su enamorada amiga leía la tarjeta que acompañaba el ramo
- .... - suspiro, una risita y un fuerte sonrojo le siguió
- ¿cuántas de estas cosas tienes ya? - Sakurako ignoró su pregunta anterior pues nunca tenía una respuesta y no es que le importase demasiado meterse en los romances de los demás - ya perdí la cuentas
- Chizuru... - suspiro Haruka
Sakurako descansó su mejilla en su mano derecha con fastidio, había sido así una vez por semana. Pero tenía que darle crédito a su senpai y su compañera, ella misma moriría de vergüenza si recibiera o diera un presente cada semana. Pensándolo mejor ¿en qué diablos trabajaba Chizuru para tener dinero suficiente cada semana para esos presentes? Bueno, dicen que cuando hay amor el dinero es lo de menos.
Pero, un momento, Sakurako viendo lo feliz que era su amiga pensó en la posibilidad de que Himawari también estuviera siendo sobornada por esa rubia, de la misma manera como Haruka caía en las artimañas de Chizuru podría ser que Hima también este cegada por detalles tontos que aquella rubia le debería estar haciendo.
Y así fue que la idea se le vino en mente.
Si su rival estaba tras su novia engatusándola con trucos baratos, entonces ella debía también rebajarse y pelear al mismo nivel.
- Ahora sé lo que tengo que hacer - dijo para sí misma mientras justaba sus manos y forzaba una sonrisa maquiavélica.
En la tarde de ese mismo día, Sakurako ya tenía su objetivo claro aunque debía preguntarse ¿Cuál era el presente perfecto para su novia? Todo lo que había visto antes estaba descartado, por la facilidad con lo que se puede conseguir esos objetos, no estaban al nivel para echar una buena pelea
- Que debería comprar... - se dijo mientras caminaba hacia su casa - tal vez - pero en eso desvió la mirada hacia una vitrina - eso es algo inigualable.
Ahí estaría lo que seguramente le diera la ventaja y la posible victoria, pues no imaginaba a sus amigas llevar algo tan valioso, a excepción de Yui, que parecía ser la única del grupo asquerosamente rica.
Pero ahí va de nuevo un pequeño problema - tendría que trabajar toda una vida para poder comprar una joya de esas
Aunque si bien la joyería fina era ridículamente costosa, existía otros métodos que le servirían bien a Sakurako para lograr tener un collar de alto valor y así darle el regalo perfecto a su novia.
- Himawari es mía... - dijo presionando su cuerpo contra el cristal de la joyería - y haría lo que fuera para que así siga siendo...
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Prisionera
CasualeSakurako es encerrada en prision y nadie sabe por que, mas su encierro no duraría mucho