El Inicio

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- AÑO 1996 -

Mami dijo que teníamos que recogerlo todo. La abuela gritaba muy asustada, y yo no entendía el porqué. Papi se había marchado hacia como seis meses, y no había regresado desde entonces... Ni una llamada, ni un mensaje, ni una carta. No había dado señales de vida, como decía mami.

Nunca había conocido un lugar fijo. Siempre teníamos que movernos de ciudad. No tenía amigos, porque nunca estaba más de un curso en ningún colegio. También, el idioma era difícil. Desde que habíamos llegado a Europa, a nadie le había preocupado que yo aprendiese francés, alemán o inglés. Por eso, apenas me entendía con la gente. Tan solo por señas.

Suspiré mirando a mi mami y metí la última muñeca de porcelana en la valija de piel marrón.

— Mariana, te he dicho que no te podías llevar tantas. Mirá, ahora apenas te entra la ropa — mamá suspiró mirándome. Sencillamente, para ella siempre me equivocaba. No era perfecta. En cambio, mi hermano mayor, Patricio, si lo era. Él hablaba lo básico de varios idiomas, tenía amigos allá donde pisaba y era el favorito de papá y mamá.

— Perdón, ma — fue lo único que dije.

Mamá me miró y me hizo una caricia en la cara:

— Ya no importa. Tenemos que irnos, y rápido — colgó una mochila sobre mis hombros, agarró varias valijas y avisó a mi abuela y a mi hermano que había llegado el momento de irse.

Los cuatro salimos de la pequeña casita de la ciudad Varsovia y subimos en un furgón de color blanco. Cuando ya estuvo todo el equipaje dentro del auto, y cada uno colocado en su respectivo asiento, mi hermano la preguntó a mi mamá:

— ¿Va a ser la última vez?

Mi mamá respondió:

— No lo sé Patricio. Pero, tanto vos como tu hermana, deben saber que si estoy haciendo todo esto, es para que cuando sean grandes, tengan la mejor vida posible. Sin preocupaciones, sin sufrimientos, sin maldad. Una vida feliz y sana. Como la de cualquier persona normal.

La Chica NuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora