P R Ó L O G O

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Corrían las 11:25 de la noche, en la sala de parto se encontraba una mujer, estaba en plenos ultimos dolores, ya preparada para comenzar a pujar en cualquier momento, fruncía el ceño cada cinco segundos, en su rostro expresaba cada minimo dolor de aquello que era "dolores de parto". En un segundo aquella mujer sintió la necesidad de pujar muy fuerte, lo cual hizo, el dolor era insoportable, sintió que todo su ser se estendiá como si fuera elastica. Sus gritos hicieron notar su presencia, en la puerta principal aparecieron tres enfermeras.

- ¡ÉSTA EN PLENO PARTO!- Exclamo la primera enfermera al entrar.

- ¡¿QUÉ ESTAS ESPERANDO?! - Grito una de las enfermeras - Busca al Dr Méndez. - Continuó.

La enfermera siguió ordenes, salió disparada de la sala... Tan solo pasaron unos minutos, cuando por la puerta apareció un hombre alto, y muy bien organizado. Era el Dc Méndez. Ayudo a las enfermeras colocar a la mujer en una camilla, ya no daba tiempo de llevarla a una sala individual.

- Sostenganla, ayudelan a pujar - Dijo el Dc sin siquiera parpadear.
Las enfermeras hicieron lo dicho, la mujer se encontraba en un baño de sudor, roja como tomate, empezó a pujar, y pujar, tercer intento y nada, nada pasaba.

- Vamos nena, falta poco, vamos, sigue - Comento la enfermera que sujetaba la mano de aquella mujer.

- ¡SE DISTINGUE LA CABEZA!- Anunció el Doctor.
Las enfermeras se emocionaron, al parecer era su primer vistazo de un parto. La seguian animando.

- Vamos, falta poco, vamos tú puedes nena, tú si que puedes- continuó la misma enfermera.

- ¡AAAAAAA!, AAAAAA, AGH, AAAAA - Los gritos de la mujer estaban en aunmento.
En unos de esos gritos, la sala se sumió en un pequeño silencio, pero por parte de ella, ya que al segundo, se oyó en la sala el llanto de un bebé, si, el bebé a salido del vientre de la mujer.

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- No sé que hacer con mi vida...- No pudo continuar, el llanto ahogo sus palabras.

- Pero, tienes que tenerla, es tu bebé, es una hermosa niña, ¿no lo ves?, es tuya, nueve meses en tí. - Le aconsejó la enfermera a esta mujer, que acaba de dar a luz.

- ¿Sabes por qué no puedo?- Preguntó la mujer - Mi be... Esa bebé, ni siquiera puedo verla, ¿por qué?, porque esa niña fué producto de una violación... - Se hundió en llantos.

- Eh...yo...yo intente sacarla de mí muchas veces, lo curioso es que ninguna de esas veces funcionó, ahora me siento un asco, intenté matarla, soy una asesina...- No paraba de llorar. La enfermera parecía estar devastada, insultada, pero cambió la expresión de su rostro, a la de compresión.

- Escucha...- comenzó. - Eres una mujer fuerte, no eres una asesina, no, no lo eres. Mira, este es un hermoso milagro. - Al decir estas palabras, alzó a la bebé, cuya tenía en brazos.

Un chillido salió de la pequeña, no se a alimentado desde que nació, la enfermera
entendió rapidamente su necesidad, le dió la pequeña a su madre, le dijo con señas que la alimentara de su seno, lo cual la mujer hizo sin protestas... En el fondo aquella mujer apreciaba a su pequeña, porque apesar de todo, era su pequeña. Guió a la bebé hasta su senos, y la pequeña comenzó a chupar, al principió le costó, luego aprendió, y comía sin ningun problema. Ambas mujeres en la habitació contemplaba a la pequeña... En un segundo se escuchó un raro estremecimiento, era la bebé, parecía que se estaba ahogando, su pecho se contraía una y otra vez. La mujer que la tenía en brazos se estremeció, lanzó su mirada a la enfermera, la cual ya no estaba, había salido corriendo en busca del Doctor, en menos de un minuto ambos entraron a la habitación, el Doctor cojió a la pequeña, y salió de la habitación con ella, y desaparecieron tras la puerta... La mujer comenzó a preocuparse, pasaban las horas y no llegaban, su ansiedad crecía cada vez más, y más.

El relój de la pared de aquella habitación daba a entender que eran las seis de la mañana, la mujer no paraba de observar a la puerta, con sus ojos inchados de tanto llorar, escuchó el chillido de la puerta, al abrirse, entra el Doctor, pero sin la bebé.

- ¡¿Mi hija, donde esta?!, mi bebé - Dijo desesperada la mujer.

- Lo siento, de verdad, hicimos todo lo que podimos...- Se detubo el hombre. - La pequeña a fallecido de neumonia... - El rostro del doctos no mostraba sentimiento alguno.

- No, no, ¡NOOOO!. Mi bebé, mi niña... ¿que hice?... no. Lo siento mi niña, no, no... - Se hundió en llantos muy fuertes.
La enfermera con lagrimas en los ojos se acercó a ella, la envolvió en sus brazos y trataba de consolarla.

Todo será diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora