La vida de Emily y Emmy no fue la misma desde entonces, durante los fines de semanas les llegaba la visita de Shaene, la cual no era incomoda, poco a poco se volvió parte de la familia, y se sentía así, como una familia. Shaene vivía en Losada, una urbanización cerca del centro del pueblo, trabajaba en una pizzería y estudiaba los fines de semana; Tenía al cuidado un pequeño niño huérfano de aquella enfermera. Ella lo llamaba hermano, después de todo, lo amaba con toda el alma.
Aquella visita sucedió a finales de julio, Emmy visitó a su terapeuta en diversas oportunidades, su animó poco a poco se reformó radicalmente. Pasaron los meses, y a comienzos de septiembre, las clases estaban por comenzar, ya Emily tenia todo listo, estaba ansiosa ya que comenzaría la universidad, tenia buenos presentimientos, muy divertido de hecho, de nuevas experiencias y nuevas personas que conocer. Aunque le temía a los cambios, estaba preparada para una nueva etapa de su vida.
- ¡EMILY, DESPIERTAAAAA!. - Grito Emmy, desde la cocina un siete de septiembre.
- Joder, bienvenida a la realidad- Se dijo Emily a sí misma. Se levantó, bostezando, no tenia que verse al espejo para saber que era un desastre, pero aun así, como toda chica, se miró. Notó su cabellera castaña clara, casi rubia, unos ojo verdes hermosos como el pasto, bajo de ellos un par de ojeras un poco visible, unas hanchas caderas, y una piel clara pero perfectamente tostada por el sol, una chica muy atractiva y encantadora.
- Soy un desastre, joder. - Se dijo a sí misma. Se dirigió al baño para alistarse, ya tenia elegido su vestuario, el cual estaba doblado en su mesita de noche. Salió del baño y comenzó a vestirse, unos jeans ajustados, una blusa suelta y muy colorida, unos tenis rosa y sus respectivos accesorios.
- Ma, ya estoy lista, me voy. Adiós. - se despidió Emily.
- Momentico, momentico. Mi hija no saldrá sin desayunar, deja el apuro. - Regañó la señora
- Bah, mamá, suenas como una anciana. - murmuro Emily.
- Toma, al menos llévalo. - Dijo Emmy mientras le entregaba un sándwich con huevo envuelto en servilletas a su hija.
- Gracias, te amo. - Se despidió al fin.
- Cuidate, yo más. - Terminó Emmy.
• • •
Era un día muy fresco, muy alegre, Emily escuchaba todos los sonidos a su alrededor, el
ladrido de los perros, la bocina del bus, el abrir y cerrar del portón de su urbanización y el cantar de las tortolitas en los pocos árboles que por allí habían. Y así era ella, amaba disfrutar de los pequeños detalles de la vida, con una sonrisa en el rostro, avanzó y salió de la urbanización. Pensó que seria un día muy genial, y productivo. La universidad no quedaba lejos, de hecho, solo tenía que tomar un bus, hacia el centro del pueblo y después caminar unas cuadras, hasta llegar. Subió al bus, repleto de personas.-¿Qué tal, Emily?- la saludó el mejor amigo de su madre, que se encontraba sentado leyendo el periódico.
-¡Hola, señor Simón! Mejor imposible -respondió Emily, con su sonrisa habitual y cortés.
El viejo la miró confuso -¡¿Con tan elevado el costo del periódico y semejantes fallas eléctricas?!Emily vaciló y así, tan despreocupada como siempre, replicó:
-Con lo que sea, señor Simón, amanecí de humor, y nada podrá borrar esta sonrisa de mi rostro.
El viejo la miró con cara de pocos amigos y volvió a concentrarse en la lectura. Pasados unos diez minutos, Emily vio que se encontraba en la plaza del pueblo.
- ¡AQUÍ POR FAVOOR!- Grito Emily ante el ruido sonoro de los pasajeros, el bus se detuvo y Emily le pago al chofer - Que tengas un excelente día, caballero. - Dijo con un ademán de simpatía, el caballero se sorprendió por tal cortesía, y respondió con una agradable sonrisa.
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Todo será diferente.
Ficção AdolescenteUna novela donde tres historias se conectaran, donde los personajes no saben la gran conectividad que tienen, tantos secretos, tantas preguntas... La solución son las respuestas, pero, ¿cuales son las respuestas? Te atrapará en el primer instante, u...