Venga Sergey, levanta de una vez - dijo Sev mirándolo desde la puerta.
Jo papá... ¿no puedo quedarme en casa? No te imaginas las pocas ganas que tengo de levantarme - dijo el chico sin moverse de la cama.
Venga, que no quiero que te pierdas el primer día de tú nuevo colegio - dijo a ver si lograba hacer al pequeño perezoso moverse de la cama.
Vale, vale... Ya me levanto - dijo somnoliento el niño, restregandose los ojos.
El padre dejó la puerta del cuarto abierta y se fue.
Otro año, otro colegio nuevo... - suspiró el niño, a medida que se levantaba para ponerse el uniforme del colegio. También cogió un collar y una pulsera que le regalaron cuando tenía 5 años y se los puso. Se dirigió al espejo para ver que tal estaba. Como tenía el pelo corto, no le hizo falta peinarse.
Salió de su cuarto y se dirigió a la cocina, donde le estaba esperando una taza con leche y galletas. El chico se sentó, y se puso a desayunar mientras veía los dibujos animados. Cuando acabó de desayunar, su padre estaba esperándole en la puerta.
Hijo, termina ya, que eres más lento que una tortuga - dijo Sev un poco desquiciado porque Sergey no se movía.
Sin embargo, Sergey estaba inmerso en la serie que estaba viendo.
¿Hola? Tierra llamando a Sergey - dijo el padre mientras se acercaba a Sergey.
En vista de que el niño no se movía ni reaccionaba a nada de lo que el padre le decía, este decidió apagar la tele.
¿Me vas a hacer caso de una puñetera vez? - dijo el padre empezando a perder la paciencia.
Papá, acabas de quitar la serie justo cuando estaba por el final del último capítulo - dijo el niño frustrado.
Fíjate tú, que drama - dijo el padre irónicamente.
El niño dejó salir un suspiro, y acompañó a su padre hasta el coche. Se sentó atrás, y oyó como su padre tenía su música puesta.
Y bien hijo, ¿nervioso por el primer día de clase? - pregunta Sev queriendo sacar un tema para hablar con su hijo.
Las primeras veces que cambié de colegio si estaba nervioso, pero supongo que es algo que se va llendo con el tiempo - dijo Sergey jugando con su mochila.
Escucha... Sé que esto de mudarse tantas veces no te ha gustado, pero estoy seguro de que este lugar va a der definitivo - dijo Sev con una amplia sonrisa.
¿De verdad? - dijo el niño ilusionado.
Bueno, espero que sí. Simplemente tengo esa sensación - dijo el padre.
Sergey no podía parar de pensar que ese año tendría que orlarse con sus nuevos compañeros, a los que seguramente no acabaría conociendo del todo. Pero solo pensar que había una posibilidad de que ese fuera su hogar definitivo, hacía que todo los demás pensamientos e inquietudes se fueran de su mente.
Llegaron al colegio. Sergey cogió sus cosas y se bajó.
Recuerda, vengo a buscarte al mismo sitio. En plan, justo donde estoy ahora mismo - dijo el padre.
Papá, deja de usar el en plan, queda horrible - dijo el niño con un tono que daba a entender que su padre le estaba sonando pesado.
Bueno... Pásalo bien hijo, te quiero - dijo Sev dispuesto a irse.
Yo también te quiero, chao - dijo Sergey, que acto seguido, se dirigió a la puerta del colegio.
No conocía en lo más mínimo el colegio, así que quiso preguntar. Buscando por los pasillos del colegio, se encontró a un señor de 30 y pico años. Tenía el pelo negro, una barba de 3 días y ojos marrones.
Eh, disculpe, ¿donde está la clase de sexto de primaria? - le preguntó Sergey al señor.
Justo estaba llendo para allá. ¿eres nuevo? - preguntó el señor.
Sí, soy nuevo. Estoy en sexto. - respondió Sergey.
Pues mira que casualidad, porque yo voy a ser vuestro tutor - sonrió él - por cierto, mí nombre es Caleb - dijo extendiendole la mano al niño.
Pues sí que es una casualidad. Yo soy Sergey - respondió este.
Supongo que estarás nervioso. Ya sabes, por ser el chico nuevo - dijo el profesor.
Mí padre y yo nos hemos mudado varias veces. Últimamente diría que cada año, pero dice que esta mudanza va a ser definitiva... Ojalá tenga razón - acabó de decir Sergey.
Vaya, tiene que ser duro mudarse tantas veces, ¿no? - le dijo Caleb.
Una vez te acostumbras, no es para tanto - dice jugando con la pulsera que tiene en su mano derecha.
Bueno, sea como sea, déjame guiarte a clase para que te presentes a tus nuevos compañeros - dijo Caleb con una sonrisa.
Caleb guió a Sergey por los pasillos, y este no hacía más que pensar en qué podría decir a la hora de presentarse. ¿Nombre y apellidos a secas? No, eso le parecía demasiado cutre. ¿Decirlo como si fuera el narrador de una película? Demasiado friki incluso para él. Antes de darse cuenta, estaba de pie delante de la clase y el todavía no había encontrado las palabras adecuadas para presentarse.
¡Buenos días a todos chicos! - dijo enérgico Caleb.
Buenos días - respondieron todos los alumnos con aparente entusiasmo. Sergey supuso que tuvo suerte, porque todo el mundo parecía adorarlo.
Como podéis ver, tenemos a un compañero nuevo. ¿Podrías recordarme tú nombre? - le preguntó al niño.
Sergey sintió todas las miradas clavadas en él. Llegó el momento de que todos esos niños se rieran porque su nombre suena "Serguei"
Mí nombre... mí nombre es Sergey - dijo el chico tímidamente.
La clase empezó a reírse, todos menos una mesa en la que se encontraban dos chicas y un chico.
¡Eh, chicos! ¿Podéis parar de una vez? Ya es duro llegar nuevo a un colegio como para que encima venga alguien y se rían de su nombre - dijo una niña con gafas y pelo negro corto, sentada en la mesa de las personas que no se rieron.
Sergey la miró impresionada.
Venga Mónica, ¿de verdad no te ha hecho gracia? Esque ha dicho gay - dijo otra chica situada en otra mesa.
No Penélope, no. Tampoco te gustó cuando llegaste nueva y te llamaban pene, ¿no? Pues respeta - dijo la niña con mueca de mosqueo.
Fenomenal Mónica, cada día me sorprendes más - dijo Caleb - por cierto, Sergey, ya puedes sentarte.
Sergey, sin pensarlo dos veces, se dirigió a la mesa de Mónica.
¿Hay algún sitio libre? - preguntó Sergey.
Claro. Somos el único grupo de tres, así que no creo que al profesor le moleste que te sientes con nosotros - dijo el otro chico de la mesa.
Muchas gracias. Ya sabes, por defenderme. Habría sido más fácil ponerte a reír - dijo Sergey.
Sergey, nosotros somos la mesa de los "apartados" por decirlo de alguna forma. No caemos del todo bien porque no somos tan zopencos como nuestros compañeros. Por cierto, soy Mónica - dijo ella, acabando con una sonrisa.
Sí, bueno, hablamos con ellos y nos llevamos bien como clase y tal, pero a veces no sentimos apartados. Me llamo Kayn - dijo el chico.
Podría ser peor. Supongo. Yo soy Jill, un placer conocerte - dijo la chica peinandose su largo pelo con las manos.
Sergey se encontraba ciertamente impactado. Había estado en muchos colegios, y en todos se habían reído de su nombre. Pero ningún alumno jamás le había defendido. Sonrió inconscientemente, porque pensó que eso iba a ser el comienzo de una gran amistad.
¿Por qué sonríes? Es raro que sonrías después de que se rían de ti - dijo Kayn.
Sonrió porque hay gente que no lo ha hecho, como vosotros - dijo, con una sonrisa aún más grande que antes
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De quién menos te lo esperas.
RomanceTodo empezó con un beso inocente... Pero nadie pudo adivinar hasta donde llegaría dicho beso.