UNO

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En ese día, las cosas a su alrededor marchaban con una tranquilidad muy particular, casi extraña. La brisa sacudía la copa del frondoso árbol fuera de su oficina haciendo que sus hojas rasparan con suavidad la ventana, trayendo aquel leve sonido a la silenciosa habitación en la cual se encontraba sentada tras el escritorio. La brisa soplaba afuera sacudiendo las hojas matizadas de verde, mientras ella seguía allí con expresión confusa y pensante, las piernas cruzadas, los codos apoyados sobre la superficie de caoba del escritorio y su mentón sobre una mano en actitud perezosa mientras la otra mano jugaba distraídamente con la delgadez de la pulsera que llevaba en su muñeca.

Sentía que aquel día estaba tan fuera de lugar porque todo estaba demasiado tranquilo para considerarlo normal. El reloj en el escritorio marcaba la hora exacta en la que la tranquilidad de su día era sometida por el torbellino humano que casi nunca dejaba de inmiscuir en el lugar, desordenando papeles y tocando todo lo que pudiera o no tocar, hasta ella se podría incluir en aquel argumento. Pero aquel día, no había venido a lo que en voz alta aveces decía que era molestarle. Siendo todo lo contrario a eso. Necesitaba normalmente en su día una dosis de chistes malos y un tanto de egocentrismo para no estar aburrida el resto de la tarde, y aquel día su usual distracción del trabajo no iba a aparecer en el Metropolitan General Hospital, más exactamente dentro de su oficina.

Soltó un suspiro cansado bajando sus brazos, dejando descansar su espalda en el asiento, saco su teléfono de su bata blanca y encendiendo la pantalla volvió a releer aquel mensaje que había recibido hace media hora y por el cuál estaba pasando sus horas libres recluida a la tranquilidad y soledad de cuatro paredes.

"Resolvere algunos asuntos, nada de lo que preocuparse, deja que el gran Tony se encargue. Te lo recompensare, se que no puedes estar sin mí. No te culpó, nadie puede estar sin mí.
Es broma, no me hagas dormir con el perro, aunque primero abría que conseguirnos uno, ¿Te gustan los Pequineses?...
En fin, ya sabes. Resolver asuntos.

Por cierto ¿Ya te he dicho lo hermosa que estás hoy? Te veré luego cielito"

Bufo en medio de una risita, era un tonto. Siquiera le había visto en todo el día y ya decía lo supuestamente hermosa que se veía. Después de una jornada ardua aquella mañana, su cabello azabache estaba sujeto con un lápiz en un moño desordenado sobre su cabeza, su bata estaba medio arrugada sobre el vestido negro que llevaba debajo y llevaba puestos sus anteojos de lectura. Pero sin embargo, después de todo, ese desastre que ella era en aquel instante a él siempre le parecía hermoso. No importa cuanto le rodara los ojos y le negara, él se encargaba de hacerla reír al mismo tiempo que le sacaba de quicio.

Le quería tanto que era imposible molestarse con él por mucho tiempo cuando hacia alguna de sus estupideces o tenía uno de esos momentos de comportamientos impulsivos. Cosa que Tony Stark hacia a menudo, ser impulsivo ya era algo propio de él. Había sido duro no tenerlo junto a ella cuando ocurrió lo del secuestro, lo del reactor en su pecho aún le mortificaba tanto, que como doctora deseaba ayudarle con desesperó. Y a todo aquello le sumaban el ser Iron Man, el súper héroe de moda en las calles. El miedo de que le ocurriera algo peor seguía presente, allí picoteando en su pecho.

Por ello él siempre hacia todo por pasar todo el tiempo posible con ella, como una especie de perdón, por haberle hecho pasar por tanto. Si antes eran unidos, ahora lo eran más, ambos como pareja se reconfortaban en las malas y en las buenas. Un voto de estar por siempre juntos, el anillo en su dedo lo dejaba claro.

Llevo su mano derecho al lápiz entre sus cabellos y tiró de el, dejando que su largo cabello cayera suelto sobre sus hombros. Estiro los brazos perezosamente al mismo tiempo que movía su tenso cuello y tomo la primera carpeta que sus pálidas manos pescaron sobre el escritorio, dispuesta a terminar con el descanso. Pero alguien pasando por las puertas dobles de su oficina sin tocar, le detuvo de siquiera empezar.

Distinct - Tony Stark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora