- Yoongi... ¿Por qué no te agrada la gente? - Ann preguntó en voz bajita.
Ella había optado por sentarse al lado de él. Intercambiando asiento con el amable Jun que rápidamente accedió.
El profesor no tenía la atención puesta en ellos, así que ella se sentía libre de conversar cuando quisiera.
- O quizá... - Volvió a hablar - Tu no les agradas a ellos.
Yoongi tenía los ojos en frente, ni siquiera la miraba ni mucho menos contestaba sus preguntas.
- ¿Quisieras venir algún día a mi casa? Podemos ver películas. A mi hermana le agradarías.
- ¿Sabes por qué el agua y el aceite no se mezclan? - esta vez hablo él pero susurrando.
- Ehh... Ehh... Porque el agua el Yoongi y el aceite es Ann... - respondió dudosa.
- Ves, no aprendes nada. Ahora silencio.
- Pero ni siquiera estamos hablando sobre eso. Estamos en Historia.
- Silencio.
Se escuchó un fuerte golpe en la mesa del profesor.
- Black, ¿no se cansa de hablar? Fuera de mi clase.
Yoongi se puso de pie y salió del lugar no sin antes lanzarle una mirada fulminante al profesor.
- Señor Im. Fui yo la que hablaba, no Yoongi.
- Siéntese White, no quiero más alboroto.
Y el resto de la clase fue aburrida para ella.
***
- ¿Han visto a Yoongi Black? - preguntó al grupo de teatro que pasaba por ahí.
Era la séptima vez que hacía esa pregunta en el receso, sin embargo nadie daba una respuesta exacta.
Hasta que decidió ir por el salón de música y lo vio, de pie observando el interior desde afuera.
Dio pasos lentos y silenciosos hasta llegar a su espalda. Miró por encima de su hombro y notó que observaba el piano. ¿Piano? Quizá eso le guste.
- No respires en mi cuello.
- Soy algo baja. - Ella agachó la mirada, pero solo por un segundo. - Tengo un piano en mi casa. No sé porque lo tenemos si ni mi hermana y yo sabemos tocar, pero tampoco nos deshacemos de este. - Ahora ambos se miraban. - Ves, te convencí. Así que vendrás hoy a mi casa y me darás clases.
Él la miraba. Mierda, como es que siempre gana, pensó él.
- Quieres que vaya a tu casa y quieres que te enseñe. ¿Yo que gano? - Dijo mientras observaba a Ann detener su baile victorioso.
Ella lo pensó unos segundos y luego sonrió.
- Solo si vas me podrás pedir lo que sea. - Le guiñó. - Oh, campana. Vámonos Black. - ella cogió su mano y lo jaló como si su vida dependiera de ello.
Todos, absolutamente todos los miraban. Bueno, ya no era un secreto la clase de relación que ellos llevaban.
***
Él ya se encontraba en la puerta de la casa de Ann, conocía el lugar por la vez en la que recogió a Ann del restaurante. Antes de eso ellas vivían en otro lado.
Las manos le temblaban, y no era por el hecho de estar a punto de entrar a la casa de ella, sino por el hecho de encontrarse con Arianna.La promesa que le había hecho de no acercarse a Ann la estaba rompiendo desde hace mucho.
