Alejandra se quedó dormida por un par de horas, cuando despertó su papá ya había regresado del paseo que había salido a dar, bajó a la sala y buscó a Rafael, esperaba encontrarlo viendo la televisión o platicando con alguien como era su costumbre, pero en esta ocasión nisiquiera su voz se escuchaba, salió al jardín y echó un vistazo detenidamente, tampoco estaba ahí.
-¿Busca a su esposo?- Preguntó Azucena, estaba detrás de Alejandra observando la desesperación en uno de sus pies, pues lo movía con un poco.
-¡Sí!- exclamó con emoción, Alejandra notó que el tono de su voz se había elevado y prosiguió a moderalo -¿Lo has visto?- se giró para hablar con ella frente a frente.
-Tengo entendido que salió a dar una vuelta, pero de eso ya hace un rato, seguro ya está por regresar señorita-
-Gracias por la información Azucena- caminó unos pasos -¡Ah! Y gracias también por lo de señorita- le sonrió levemente y se dirigió de nuevo a su recámara -Ay Rafael, te amo- exclamó en voz baja y cerró la puerta, se dirigió al sofá y se sentó, pensaba en los deberes que tenía en la agencia, de un instante a otro recordó lo que su papá y su esposo querían -No... no sé si pueda tener un hijo ahora- dijo en voz alta como si hablará con alguien -Tomó el teléfono y marcó un número que ya se sabía de memoria, no le contestaron la primera vez y volvió a insistir, en esta ocasión le contestaron inmediatamente -¿Susana? ¿Eres tú?- hizo una pausa para escuchar la voz que estaba en la línea -Sí... Ya sabes que soy yo, la latosa de Alejandra, necesito hablar contigo, pero tiene que ser ya- hizo otra pausa -¡No, si estás con tu esposo no! Es sobre Rafael, él.. pues quiere un hijo y mi papá también insiste en lo mismo-
Alejandra escuchó que abrieron la puerta de la entrada principal, se alteró mucho más -Susana marcame mañana cuando tengas tiempo, creo que ya llegó Rafael, cuidate- dijo hablando rápidamente y colgó la llamada. Alejandra dejó el teléfono sobre una mesita y bajó a ver a Rafael, descendió las escaleras, caminó hacia él rápidamente y lo abrazó -¿Dónde estabas bombón?-
Él le correspondió el abrazo -¿Bombón?- Preguntó Rafael desconcertado
Alejandra seguía abrazada a él -¿No te gusta que te diga así? Para mí eres mi bombón-
-¿Esa no es una canción?-
Ella le acarició la mejilla -Es tú canción mi amor- y con muchísima ternura le dio un beso en la mejilla, se alejó de él nuevamente y lo vio a los ojos -Ahora dime ¿Dónde estabas?-
-Ándale, ya entendí, eso de bombón es un chantaje-
-¿Dónde estabas bombón?- lo volvió a besar, pero esta vez en la otra mejilla -Pues te diré... mira ven- él le tomó la mano y la jaló levemente, ambos subieron las escaleras y entraron a la recámara de Alejandra -Fui a ver si por aquí no había una casa en venta o en renta... ¿Y qué crees?- Preguntó emocionado -¿Qué?- exclamó ella fingiendo admiración, la cual Rafael se creyó
-Pues fíjate que hay una casa, está un poco más pequeña que ésta, pero es perfecta para ti y para mi, sólo la vi por fuera y agendé una cita para hoy a las cuatro de la tarde, si te gusta la podemos rentar, está bonita, yo sé que te va a gustar, tiene un jardín muy bonito y está a unas calles de aquí, así estarás cerca de tu papá y podremos venir cuando tú quieras mi vida- Rafael lo dijo muy emocionado, Alejandra sólo sé limitó a escuchar y en cierta forma estaba de acuerdo en que ella y su esposo tuvieran su espacio.
-Entonces, ¿vamos a verla? ¿si?- preguntó él emocionado, Alejandra solamente afirmó con la cabeza, Rafael la abrazó y le besó el cabello -Te va a gustar- le decía una y otra vez en voz muy baja.❁ ❁ ❁ ❁ ❁
Eran casi las dos de la tarde, Rafael se encontraba en la planta baja platicando con su ahora suegro, pero Alejandra seguía recluida en su habitación, verdaderamente ese día no sentía ganas de ver a nadie, ni siquiera la motivaba el hecho de buscar un nuevo lugar en el que su esposo y ella pudieran empezar una vida de casados. Alejandra se dirigió al buró, tomó su celular, lo encendió y se sentó en el sofá, accedió a su correo electrónico y lo revisó detenidamente, había varias ofertas de trabajo que le llegaban desde meses atrás, entre esos correos había una oferta, era de una tienda comercial, decidió abrirlo pues de vez en cuando las ofertas de ropa y zapatos eran demasiado buenas
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Carriola McLaren: 5 en 1, única que se convierte en mecedora, incluye carriola, bambineto, cubrepies, porta biberones, portabebé y base para el auto. Asiento reversible y chasis en aluminio ligero y ultra compacto. 3 posiciones de reclinamiento, arnés con 5 puntos de seguridad. Soporta hasta 18 kg.
Precio $11, 900 pesos.
Disponible en varios colores> Alejandra leyó con detenimiento, observó la imagen que incluía el correo -Hasta tú quieres que tenga un hijo... maldito correo... maldito celular... malditas ofertas- lo bloqueó y lo aventó sobre la mesita pues estaba molesta, se recostó en el sofá, cerró los ojos y comenzó a imaginar su vida con un bebé
-Rafael ¿Podrías cargar al bebé?-
-Mi amor, no tienes que pedírmelo, sólo damelo- Rafael extendió los brazos
-Bueno ten- Alejandra le dio el bebé, tenía unos cuantos chinos en el cabello
-Pero si estas bien bonito, así como yo- le decía Rafael al bebé, Alejandra los observaba por un momento se sentía más feliz que de costumbre, amaba sentir que tenía una familia
-¡¡MAMÁ!! MIRA RAFAEL, MÁÁÁ-
-ELLA EMPEZÓ, TE LO JURO MAMÁ- dos niños se abalanzaron sobre Alejandra, sus voces eran chillonas pero soportables.
-Él me aventó, mami, dile algo- la niña le jalaba la blusa
-Es ella y sus tontas princesas-
-No son tontas- la pequeña empezó a llorar, Alejandra no sabía que hacer -¿Cuándo tuve tantos?- Se preguntó a sí misma -¡¡¡MAMÁ!!!- La niña seguía llorando
-Rafael ayúdame- le dijo Alejandra a su esposo y volteó a verlo
-Bastante hago ayudándote con éste- expresó él con una voz despreciativa, se levantó de la silla en la que estaba y se fue
-Tontas igual que tú- decía el niño con desprecio -tontas, tontas, tontas-
-¡Mami ya, mami!- la niña aún seguía llorando, Alejandra sólo la abrazó
-Rafael ayúdame, no sé que hacer... Rafael... ¡¡¡RAFAEL!!!-
-Alejandra, Alejandra... despiértate- ella abrió los ojos, la voz de su marido en ese momento era como una melodía que la tranquilizaba -Faltan 20 a las cuatro, es hora de ir a ver la casa- ella se talló lo ojos.
-¿Y los niños?-
Rafael le sonrió -¿Cuáles niños? Seguro estabas soñando mi vida-
-Si estaba soñando... pero ¡Rafael! Qué raro sueño- se reincorporó y se sentó en el sofá-
-¿Raro? Raro es que te hayas quedado dormida dos veces, eso sí está raro-
-¿Qué intentas decir?... ¿Que soy floja?-
-No mi amor, floja no, sólo que las mujeres embarazadas tienen mucho sueño-
-Ay no empieces o no voy-
-No, no, no... sólo era un comentario, así, sueltito-
-Pues no me gustan tus comentarios "sueltitos"- se levantó del sofá -Ándale ya vamos, no que mucha prisa- se dirigió a la puerta y bajó las escaleras corriendo -Te encanta tratarme mal- exclamó Rafael y la siguió lo más rápido que pudo.