Ambos salieron de la casa, Alejandra caminaba más rápido de lo normal, su rostro aún se notaba adormilado, Rafael iba detrás de ella, intentaba apresurar el paso pero tal parecía que Alejandra cada vez iba más rápido -¿Me esperas?- preguntó Rafael, pero Alejandra no lo escuchaba, pasaron unos segundos y Rafael volvió a alzar la voz. -Aquí das vuelta a la izquierda- exclamó. Alejandra se detuvo de golpe y se giró a verlo -Ya te he dicho que no soy taxista, ni ganado- -Y yo te dije que me esperaras. Mira Alejandra si vas a estar con tu genio mejor nos regresamos- -¡No! Ya me hiciste caminar, ahora vamos- Alejandra bajó el paso y caminó al lado de Rafael. La calle a donde llegaron era muy tranquila, rodeada de árboles y a lo lejos aún se escuchaba el canto de los pájaros. -Es aquí- Rafael señaló una casa de dos plantas en color blanco. Un tipo de traje negro se encontraba afuera de la propiedad. -¿Y ese qué?- preguntó Alejandra en voz muy baja mientras caminaban hacia él. -Supongo que es el agente- Y así era, ambos se acercaron y lo saludaron cordialmente, el tipo que se presentó con el nombre de Julio y los hizo pasar a la propiedad, al ingresar había un jardín, este estaba un poco seco pues los aspersores sólo estaban programados para encenderse dos veces a la semana. -El jardín no me gusta- exclamó Alejandra observaba con detenimiento, era como si analizara cada pequeña planta del jardín. -Pero se riega y estará tan verde y brillante como en primavera- dijo Julio -Créame que no lo vi en primavera- respondió ella, acompañado de una pequeña sonrisa sarcástica -Alejandra- exclamó Rafael en voz baja pero con tono fastidiado y la tomó de la mano. Al ingresar a la casa esta tenía un acabado moderno, era de dos plantas y estaba semi amueblada, pasaron por cada habitación y comprobaron que éstas se encontraran en buen estado, la habitación principal era muy amplia, tenía una gran ventana la cual daba al jardín, algunos de los muebles estaban en colores neutros, pero lo que más les había encantado a los esposos Medina era la iluminación, puesto que el sol hacia que ésta radiara, Julio les mostró el clóset y el baño, ambos eran bastante amplios, el clóset tenía subdivisiones para guardar ropa y accesorios, y el baño también era suficientemente amplio, contaba con un pequeño jacuzzi en el cual Rafael ya se imaginaba sumergido, esta era la habitación que Alejandra y Rafael imaginaban compartir, aquí querían pasar noches llenas de amor, de pláticas, de risas, pero también de peleas y de lágrimas, a ambos les pareció que la recámara despedía una vibra de paz y de relajación. Julio continuó dándoles un recorrido por la casa. Al salir a ver el patio trasero, notaron que se encontraba en la misma situación que el jardín, el pasto estaba seco, pero el agente volvió a insistir en que ese asunto se podía solucionar con agua y mucho amor. Alejandra estaba encantada con la casa pues efectivamente era todo lo que a ella le gustaba, los colores, los muebles, el espacio, la ubicación, para ella casi todo era perfecto, excepto por el jardín de la entrada y el patio trasero, los cuales eran un desastre. Por el contrario, para Rafael el lugar parecía perfecto para comenzar su nueva vida de casados, al final de cuentas con lo especial que era Alejandra nunca encontrarían la perfección así que sin duda alguna, esa era la mejor opción. -Esta casa es preciosa pero hablemos de lo que a mí más me importa, el precio- exclamó el Rafael. -Está bien señor, acompáñenme- dijo Julio y se dirigió al comedor principal el cuál constaba de una mesa de cristal en base de madera con unas hermosas sillas detalladas, sacó unos papeles y los puso sobre la mesa, se sentó y Rafael pronto le acercó la silla a su esposa, en seguida se sentó a su lado y comentó en voz alta – ¡Órale, que cómoda está hasta la silla!- -Jajaja, bueno, como les comentaba, la mensualidad está en 17 mil pesos- Rafael abrió los ojos y volteó a ver a Alejandra -Está algo elevado el precio- -Bueno señor, lo que yo puedo hacer es conseguirles un descuento de dos mil o tres mil pesos, aunque les tengo una noticia, esta casa se pondrá a la venta dentro de unos 6 meses, por lo que tengo entendido la van a rematar, así que durante los meses que pasen aquí y si es que se interesan en adquirirla les puedo comentar a los dueños que lleguen a algún acuerdo económico con ustedes- -Bueno creo que eso es una decisión que mi esposa y yo tendremos que platicar, por ahora rentarla es nuestra única opción, ¿verdad mi amor?- Alejandra estaba un poco pensativa y esta vez tampoco escuchó a su esposo. -Tengo una duda... ¿Por qué la van a vender? ¿Qué no les gustó a los dueños? ¿Hay espíritus demoniacos o qué?- decía Alejandra algo impaciente y mirando a todos lados.- Julio se acercó a Alejandra como si le fuera a contar un gran secreto -No sé mucho de ellos pero sé que se están divorciando, él la engaño a ella o ella a él, no sé bien, pero cada uno quiere quedarse con la casa así que mejor optaron por venderla, así ha pasado con varios matrimonios que la compran- -Lo bueno que no sabías mucho compadre.- dijo Rafael aun poniendo atención a lo que Julio decía Alejandra se quedó pensando -¿O sea que esta casa está salada?- Se levantó de la silla. Ambos se le quedaron viendo a Alejandra pues no lograban entender lo que ella quería decir -Usted dice que los matrimonios que la compran se divorcian, entonces ¿Por qué me la quiere vender? ¿Quiere que me divorcie?...- Alejandra comenzaba a hacer preguntas un poco histéricas mientras se movía de un lado a otro. -Yo no dije eso señora- -Si lo dijo ¿Lo dijo o no lo dijo Rafael?- Rafael asintió la cabeza con afirmación -Bueno mi vida, vamos a rentarla, no a comprarla, no creo que esta casa este "salada" como tú dices, ándale princesa, no lo pienses- Alejandra vio a Rafael, quería la casa pero su historia no la convencía mucho -Está bien, luego le hablo a Susana para que le haga una limpia- hizo una mirada temerosa y se abrazaba a si misma por los hombros. Alejandra y Rafael leyeron el contrato de arrendamiento, aclararon algunos puntos y 40 minutos después ya habían firmado los papeles, ahora estaban en su nuevo hogar, en su nuevo nidito de amor, como solía decir Rafael. Esa noche decidieron dormir en la casa de los Álvarez Del Castillo, ambos cayeron extenuados, Rafael no le insistió a Alejandra en que pasarán la noche juntos pues sabía que se iba a rehusar así que se dirigió hacia la habitación en donde solía dormir la tía Rosario antes de casarse con Quintana. Alejandra no dijo nada al respecto ya que él estaba respetando su decisión, aunque en el fondo se sentía mal de alguna manera ya que como esposo también estaba en todo su derecho, sin darle vueltas al asunto decidió dormir despreocupada.
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