Capítulo VII: Hora de Yuuri. Game Over.

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Aquellos días de espera en el departamento de Minami a Yuuri le parecieron una completa prueba de valor. Sabía que él mismo había tomado la implacable decisión de enfrentarse cara a cara ante el monstruo que representaba su verdad, pero eso no quitaba de su cuerpo la sensación incómoda y desesperante que le ocasionaba verse en el ojo del huracán siendo arrastrado sin poder hacer algo.

Atreverse a verle los ojos a una mentira y destruirla era más duro de lo que Yuuri creyó, en varias ocasiones se encontró tomando aquella maleta llena de sus pertenencias y aferrándose angustiado a la manija de la puerta, tratando de huir. Durante el primer día dentro, y en tan solo unas pocas horas de haber despertado entre las sábanas del lugar que juró era su nido de amor, Yuuri pensó que la mejor opción para que ninguno de los dos saliera herido de forma cruel por las palabras que se fueran a decir llegando las cinco de la tarde de ese tormentoso viernes, era dejar el departamento en un claro mensaje: Todo se daba por terminado.

Con Víctor mantuvo contacto únicamente por redes sociales, el platinado le había dicho que era lo mejor en ese momento, y Yuuri entendió. Pero sería mentir si dijera que no esperó la llegada del platinado a su casa en varias ocasiones, imaginándolo con su sonrisa radiante y esa frescura que siempre le trasmitía. Era una añoranza interna que le hacía sentir culpable, pues sabía que eso por el momento era muy imposible. Víctor le había comentado, en medio de largas notas de voz y extensos textos vía WhatsApp, sobre su enfrentamiento con Jean y el sentimiento que le había dejado en su pecho todo aquello.

No era tan fácil, le dijo en uno de sus mensajes; darle la cara al problema luego de haber convivido con él por mucho tiempo era algo perturbador, que dejaba varios sentimientos enmarañados dentro de su ser. Le confesó sentirse feliz y emocionado de al fin ver desaparecer ese peso de sus hombros, una persona libre de compromisos culposos que no le hacían mucho bien. Pero, en la misma medida de su dicha también podía sentir dolor, esos años no pasaban por gusto. Abandonar algo siempre dejaría la marca, mucho más cuando permaneció largos años instalado en el mismo lugar.

"Es como quitar un viejo cuadro de la pared" le dijo Víctor "Pero siempre puedes pintar la pared y borrar su presencia"

Claro, bien podía funcionar el distorsionar su entorno pintando la pared con la marca para hacerla desaparecer, pero en su memoria el cuadro y el lugar donde se encontraba permanecería. Asimismo, el cariño que sintió se mantendría, y lo único que podría hacer era aprender a convivir con ello, aceptándolo como parte de su pasado mientras vivía un nuevo mañana.

Conversar con Víctor le abría los ojos y la mente, le hacía ver que el camino que le esperaba a continuación iba a ser extremadamente doloroso y largo, pero con un sol brillante esperándolos al final.

***

Eran las cuatro de la tarde cuando Yuuri despertó de una siesta que había decidido tomar mientras esperaba por la llegada de Minami. Su celular vibrando a su lado le había robado el sueño, insistiendo con el fastidioso ringtone automático para que contestara la llamada que se efectuaba por cuarta vez.

Aletargado, tomó el celular y desplazó su dedo por la pantalla, observando sin verdadera atención hacia un punto en blanco dentro de la habitación. Con voz ronca debido a su reciente despertar, dejó salir un saludo desinteresado, casi aburrido.

—¿Estabas durmiendo?—preguntó la voz tras la otra bocina, activando las alarmas dentro del cuerpo de Yuuri y provocándole espasmo en su cuerpo. No era la primera llamada que recibía de Minami durante ese tiempo, pero desde aquella pelea en la que Yuuri dejó escapar de sus labios una pequeña porción de toda la frustración que sentía apresándole el pecho todo le resultaba incómodo, molesto.

Game of Infidels [Los Deseos De Pajarito] [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora