Nada era mejor.

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Eramos dos contra el mundo y en ése momento no nos importaba nada más. ¿Qué nos podría importar? Sólo nosotras, tú y tu calma, yo y mi ansiedad, nada era mejor que eso, nada era mejor que nosotras, nada era mejor que tú y tu calma, nada era mejor.

Sábado. 29 de Marzo. 7:00 P.M.

"No puedo creer que después de tanto tiempo tu padre viniera solo a decirte que lo que estas haciendo esta mal, es tu vida y el decidió irse de ella, no tiene ningún derecho." Estabas tan molesta.

"Nomi, estoy tratando de no prestarle atención a eso, ¿Podemos hablar de otra cosa?" Te pedí.

"Lo siento, es sólo que no me parece justo, ¿Te molesta si fumo?" Solo negué.

En dos meses nunca me habías preguntado eso, nunca te había visto fumar y nunca me gusto el olor a cigarrillo pero te dejé y te seguiría dejando, amaba ver la pequeña llama consumiendo el cigarrillo lentamente, era como verte consumiendome.

Mientras conversamos fumaste al menos cuatro más,  y así aprendí que cuando tú calma amenazaba con dejarte, un cigarro te ayudaba a recuperarla.

Miercoles. 2 de Abril. 6:05 P.M.

Cuando llegué a la cafetería estabas muy concentrada apuntado algo en tu libreta, casi abrazandola, como si escondieras algún hermoso secreto.

"Hey." dije suavemente para llamar tu atención.

"¡Princesa, Viniste! Algo tarde por cierto." Saltaste al escuchar mi voz y rápidamente te levantaste para abrazarme.

"Fueron literalmente... cinco minutos" reí ante la exageración. "¿Qué hacías?" Soy una persona curiosa, la duda me consumía.

"Nunca se sabe, sólo dibujaba un poco." Me mostraste la libreta.

"Woah, dibujas hermoso." No dije más.

Era una hermosa mariposa intentando volar, con un ancla atada a ella, no quise preguntar, no me atreví, temía a la respuesta, ¿Así es cómo te sentías?

Ojalá hubiera hecho algo para cambiar eso.

"Entonces, ¿Qué probaremos el día de hoy?" Hablaste al notar que me perdía en mis pensamientos.

"Te dejaré elegir esta vez" No podía dejar de pensar en que comer cuando tenía ese sentir.

Estábamos intentando probar algo diferente cada que veníamos, aún nos quedaban algunas cosas en el menú.

Ojalá pudiera leer tu mente tan fácil como aquel menú, quería saber que había dentro de ti, pero nunca quise preguntar, siempre pensé que algún día, cuando quisieras hablarme de eso simplemente lo harías, tal vez si no fuera tan cobarde, si hubiera preguntado.

Pero estabamos tan bien, disfrutando la una de la otra y de ese horrible pastel de calabazas que ordenaste, hablábamos, reíamos, comiamos y solo disfrutábamos, no había nada mejor que eso.

Ataraxia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora