Aparente victoria.

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Éramos muy distintas, pero nos complementabamos y en cierto punto, tú y yo, nos volvíamos una, porque la gente cambia a la gente, o eso dicen, yo no creo que sea cierto, o tal vez sí, ¿Quién sabe?.

Domingo. 6 de Abril. 10:02 P.M.

Llevábamos alrededor de 20 minutos discutiendo sobre que música poner en el auto, yo quería algo de Troye Sivan o tal vez Hayley Kiyoko, estaba sintiendo la vibra gay en ese momento ¿Qué puedo decir? Tú, por otro lado querías poner algo de THE 1975 o Hozier.

"¿ Sabes qué? Bien, tú ganas, pero te toca pagar los helados." Me rendí, porque te quería ver felíz y también porque quería nieve gratis, así que podría decir que yo gane.

"Trato." Sonriente ante tu aparente victoria te acercaste para besarme y como dije, yo gano.

Entramos al local tomadas de las manos y riendonos de algo estúpido que dije por error.

"Entonces ¿Que va a pedir mi princesa?" Sabía que lo de princesa era solo tu broma por mi nombre, pero aún así no podía evitar sonrojarme.

"Estoy bien con un cono de fresa, ¿Qué pediras tú?"

Miraste el menú que colgaba de la pared por un largo tiempo, ¿Qué tan difícil era elegir? Me pareció extraño, a diferencia de mí, siempre sabías lo que querías.

"Pues la cosa es... Esa mierda esta muy alta y las letras son muy pequeñas y no alcanzo a leer nada." Soltaste frustrada.

Después de burlarme de ti y cuestionarte sobre la aparente necesidad de usar lentes, te leí el menú.

"Sera un cono de fresa y uno de chocolate entonces" Pediste a la trabajadora que llevaba bastante tiempo mirándonos con esa falsa sonrisa de algún típico empleado odiando su trabajo.

Salíamos del local igual tomadas de las manos, riendo y disfrutando la nieve y nuestra compañía.

Todo iba tan bien, ¿No es así?

Miércoles. 9 de Abril. 6:40 P.M.

No había señal de ti por ningún lado, estaba sentada en la misma mesa de siempre, en la misma cafetería de siempre, esperando por ti, pero nunca llegaste, había pasado casi una hora y no sabía donde estabas, no mensajes, no llamadas, no tú, y no podía entender que estaba pasando.

Espere 20 minutos más, tomé un café sola y me llenaba la cabeza de un millón de posibles escenarios, no apareciste y yo me cansé de esperar.

Esa noche sola en la oscuridad de mi habitación lloré, deje las lágrimas salir como hace tiempo no lo hacía, no sabría decirte el porqué.

Quizá era tú ausencia, tal vez era mi cabeza y sus pensamientos masoquistas o podría ser que tenía miedo de perderte, de cualquier manera lloré hasta quedarme dormida, pero no te voy a negar, aún tenía un poco de esperanza y pensaba aferrarme a ella tanto como pudiera.

Ataraxia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora