Ataraxia.

Perdiendo la libertad.

Empece a conocerte más, todo fue muy rápido desde entonces o al menos así lo sentí, y podía sentirlo, el como me atrapabas, debí resistir, pero no podía, no quería y una parte de mí cree que ya me tenias atrapada y que ya nunca podría liberarme. 

Miércoles. 19 de Marzo. 6:55 P.M.

Tomadas de las manos, caminando fuera de esa rutinaria cafetería, hablando de una u otra cosa, jugueteando con tus dedos, perdiéndome en tu sonrisa, encontrándome en tu mirada.

"¿A donde irías?" preguntaste repentinamente.

"¿De que hablas?" No entendí la pregunta.

"Si pudieras irte,  a cualquier lugar, ¿Donde irías?" Insististe.

"No creo poder irme, no puedo dejar a mi mamá después de lo que hizo mi padre, eso la mataría, soy lo único que tiene." Así como me estaba matando.

"Entiendo..." Me besaste y eso pareció aliviarme.

"¿Que hay de ti?" Sonreíste ante la pregunta.

Tomaste tu tiempo para pensar, yo para admirarte.

"Lejos, no lo sé, ¿Has visto esas películas donde eligen un destino al azar y listo se han ido? Bueno, algo así" 

"Eres un cliché andando, ¿te lo han dicho?" Me reí.

"Solo tú, Princesa"

Sábado. 22 de Marzo. 9:10 P.M.

Era una linda noche y bajo de luz de la luna, recostadas en el pasto de un viejo parque mientras hablábamos de nosotras, de ellos, de todo; Todo iba de maravilla.

Pero luego comenzaste a llorar, nunca te había visto de esa manera y no sabia que hacer.

"Me siento atrapada, no quiero, no puedo." Lo repetías una y otra vez.

"Naomi, ¿Qué pasa? Habla conmigo por favor."

"Me esta consumiendo de nuevo y no quiero, no puedo, no de nuevo, Ariel" Empezaba a ponerme nerviosa, no sabia que hacer.

Así que solo te bese, limpie tus lagrimas y te abrace tan fuerte como pude, después de lo que pareció una eternidad al fin te sentí de nuevo, eras tú, tan calmada como solo tú podrías serlo y para ser honestas no estaba segura de que eso fuera bueno.

"Lo siento princesa." Te escuche decir por lo bajo.

Entonces te levantaste, besaste mi frente y sonreíste tiernamente, pero tus ojos seguían liberando lagrimas, hacían toda la escena algo mas melancólico, no podía soportarlo y de pronto saliste corriendo.

Tal vez debí seguirte o al menos gritar tú nombre, pero no pude reaccionar; después de algunos segundos o minutos, no lo sé, me levante pero era inútil; Ahora yo era quien lloraba, la impotencia me abrumaba.

¿Qué paso aquella noche? Necesito saber.