Tengo cinco años; espero a que mis padres terminen de discutir. Me gusta balancearme sobre mis pequeños pies entre los halos de luz que se reflejan contra las paredes de mi hogar; elevo mis pequeñas piernas hasta que estas alcanzan posturas prácticamente difíciles para alguien de mi edad.
-¡Estoy harta de esto, Greg! -El grito de mi madre consigue que mi cuerpo se detenga-. ¿¡Crees que ha sido fácil para mí!?
-¿¡Qué has dicho estúpida!? -pregunta mi padre. La furia es clara y amenazante viniendo de su voz.
-¡Que estoy harta! -Cubro mis oídos con ambas manos, esperando que aquel gesto aleje los horribles gritos que tienen lugar en la segunda planta de nuestro hogar.
Pero no lo hacen, aún a través de la barrera que he creado con mis manos, puedo escuchar perfectamente los gritos de mi madre.
Extrañamente estos se detienen. El inquietante silencio se opaca en cuanto dos fuertes descargas se escuchan. Los pasos de mi padre rezumban en la escalera.
-¡Ponte los zapatos, Bethany! -Ordena, su cabello platinado es ahora una maraña sudorosa que se crispa en todas direcciones. Mi padre que siempre ha amado la pulcritud y los buenos modales ahora ostenta dos manchas rojizas, ensuciando la pulcritud de su camisa blanca.
Lidio con los broches de mis zapatos, provocando con esto que una de las hebillas hiera las yemas de mis dedos.
-Mira, papi -le muestro las gotas escarlatas que se han formado en la herida, pero él las ignora.
Lo veo buscar desesperado sus llaves, ir y venir a través de la enorme estancia. Supongo que se ha cansado en cuanto me toma en sus brazos, ni siquiera presto atención a lo que dice, mi mente se concentra en la forma tan extraña en la que me sostiene contra sus brazos.
-Perdóname, Thany -suplica. No puedo procesar el peso de las palabras que ha pronunciado. Únicamente hago lo que puedo depositando un beso inocente en su mejilla que huele a loción para afeitar y un extraño aroma a oxido y limón.
Deja de sostenerme y me deposita en la alfombra. Mi padre se lleva el arma a la boca y entonces...
++
-Despierta ya, Baker -la vigilante golpea la ventana con más fuerza de la usual, ya ni siquiera me importa.
»Estás a punto de largarte de aquí«, repite mi subconsciente.
Me levanto y busco a tientas el interruptor para encender la luz. El resto de las chicas dentro de la habitación susurran palabras incomprensibles. Cada una de ellas parece mucho más dispuesta a levantarse y reanudar sus aburridas vidas en este enorme agujero al que vinimos a parar porque somos lo bastante insignificantes y patéticas como para reconocer que nadie a parte del estado, está dispuesto a cuidar de nosotras.
El pecho se me estruja cuando los recuerdos me invaden la mente, pero soy lo suficientemente madura y acepto que de no encontrarme varada aquí, probablemente habría terminado como una de las tantas niñas sin hogar.
Soy afortunada.
O eso me repito, puesto que nada hay de afortunado en el hecho de que a tu madre la asesinó tu inestable padre y que este después fue al menos tan cobarde como para volarse los sesos él mismo.
Charla empuja mi cuerpo mientras se abre camino hacia la puerta de entrada con una pesada toalla gris y algunos productos indispensables para tomar una ducha, como la pequeña dosis de jabón que nos dan cada viernes y que debemos hacer rendir al menos hasta que esta se renueva.
Este es mi último día aquí. Oficialmente soy mayor de edad y ahora (en teoría) debo cuidar de mi misma. Conseguirme un empleo estable o sumarme a la lista creciente de Homeless (sin hogar).
Solo un sueño ocupa mi mente; viajar a Rusia y convertirme en la mejor bailarina de ballet que el mundo haya conocido.
-Thany -llama Olga, una de las pocas amigas que conseguí durante mi estancia en este orfanatorio. Ella debe permanecer aquí por dos años antes de poder alcanzarme, algo que no me gusta, pero al menos hemos prometido que nos reencontraremos una vez que yo consiga lograr mis patéticos sueños.
-La respuesta sigue siendo no -digo, me inclino sobre mis rodillas, mis dedos buscan debajo de mi cama, hasta que se topan con el pequeño paquete bien envuelto donde he logrado preservar recuerdos de mi antigua vida. A demás de las dosis de jabón y pasta dental a las que tengo derecho.
-Ya ni siquiera vas a necesitarlas -protesta.
Una sonrisa de suficiencia me adorna la boca. Es agradable escucharla suplicar mientras dejo que mis pasos me guíen hacia las duchas.
El agua caliente relaja mis músculos. Mi mente no para de repetirme que este es mi último día, de tenerle un poco de cariño a este sitio probablemente estaría devastada, sin embargo todo lo que hago es reír mientras me ducho.
Dejo a un lado el molesto uniforme de color gris, ahora puedo disponer de otro tipo de ropa sin sentir que atentó contra las normas de vestimenta del orfanatorio.
++
La directora de la institución me mira de pies a cabeza, internamente me cuestiono si debo decirle que mi manera de vestir ya no entra dentro de su jurisdicción, pero prefiero guardar silencio. Este es un buen día y sus estúpidas opiniones no van a cambiar eso.
-¿Has pensado dónde te alojaras? -Pregunta y finjo que creo en su falsa preocupación-. Siempre hace falta personal de limpieza dentro del orfanatorio -dice como si yo realmente necesitara conocer aquel detalle. Comprendo porque le resulta difícil dejarme marchar, hasta cierto punto creo que también extrañaré los múltiples dolores de cabeza que he causado. Pero la sola idea de aventurarme a lo desconocido es tan atrayente que no me rehúso a aceptarla.
-Decidí probar suerte en Florida, al menos hasta que algo bueno surja. De cualquier manera la...-el peso de las palabras que estoy a punto de pronunciar es tan abrumador que me toma tiempo pensar en la manera correcta de decirlo-, prima de mi madre todavía está dispuesta a recibirme.
-Dudo que Hilda Yegorova pueda ocuparse si quiera de ella misma -suelta, resulta extraño pensar que conozca a la prima de mi madre. Hasta que caigo en cuenta de que en su juventud fue una bailarina muy famosa, triunfos que se opacaron cuando se fracturó la pierna y perdió toda oportunidad de hacer algo decente con su vida.
-Si eso era todo lo que quería decirme -hago el ademan de querer levantarme. No quiero perder más tiempo aquí, un autobús está esperándome.
-Bethany -llama y debo virar para verla una última vez-, cuídate. No confíes demasiado en Hilda.
++
Visualizo los pasillos, algunas chicas entre ellas Charla, me esperan a la salida del orfanatorio, muchas no lucen del todo expresivas, solo Olga ha estado llorando. Puedo entender porque lo hace, para mí también será extraño no verla durante un largo tiempo. Dejo mi maleta a un lado y la estrecho en un cálido abrazo. Prometiendo que nos encontraremos más pronto de lo que cree.
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Adelante
Teen FictionThany Baker no ha tenido una infancia feliz. Después del asesinato de su madre y el suicidio de su padre, con una tía que no quiso saber nada de ella. Thany pasó el resto de su infancia recluida en un orfanatorio. 13 años después de aquellos acontec...