Ethan camina demasiado rápido y eso me dificulta seguirle el paso, pero él no tiene intención alguna de soltarme la mano. Estoy mirándolo tan mal como puedo y eso parece no importarle, creo observarlo sonriendo, es un completo hijo de...
—Súbete —no pide, ordena mientras abre la puerta del jeep gris estacionado entre aquella extraña arbolada. Niego, ¿Quién se cree que es para darme ordenes de esa manera?
—No —respondo tras una sonrisa sarcástica.
—Voy a llevarte de vuelta a la casa de tu tía —dice de la manera más inocente que puede—. Aunque tal parece, amor —ríe—, que a ti te gusta meterte en problemas con ella.
Ok, puede que me sienta hasta cierto punto agradecida con él por haberme ayudado aquella vez en el estudio de balé. Pero eso de ningún modo implica que deba rendirle pleitesía cada vez que me lo encuentro o que incluso deba obedecerle como si fuese...como si él fuese mi padre. ¿Qué demonios le sucede? Le doy la espalda, estoy totalmente dispuesta a regresar a la fogata y encontrarme con Dominic.
—Bien —se pasa una mano por el pelo—, tú así lo quisiste.
Me alcanza y entonces posa sus manos en mi cintura, levantándome del suelo. Protesto, no quiero que me toque. Comienzo a tirar patadas en todas direcciones mientras forcejeo contra su agarre, ordenándole que me suelte. Poco le importan mis palabras, acerca su boca a mi oreja de manera repentina y susurra en ella lo siguiente:
—Relájate, cariño —mi estomago cosquillea casi inmediatamente. Es una sensación que me toma un tiempo entender. Jamás en mis dieciocho años de vida había experimentado algo parecido.
La respiración de Ethan se siente tibia contra mi oreja. Ambos nos quedamos estáticos y ahora sólo puedo sentir como mi corazón late rápidamente dentro de mi pecho, trago por puro nerviosismo. No sé qué más hacer. Me remuevo contra su abrazo mientras siento el frio material del Jeep clavarse en mi estómago.
—Por favor suéltame —pido en un susurro tan bajo que incluso a mí me cuesta entender mis palabras.
Afloja su agarre a medida que comienzo a dar la vuelta para poder encararlo, pero no me suelta del todo, únicamente deja el espacio necesario para permitirme mayor movilidad. Nos miramos, ya ni siquiera escucho la música a lo lejos, sólo la presión de mi sangre en los oídos y lo tranquila que resulta la respiración de Ethan mientras él me mira. Parece que no hay necesidad alguna de expresar palabras. Pasa su mano a través de mi nuca, y sigo cada uno de sus movimientos como si esperase por algo, sólo que no estoy segura de qué.
—Bethany... —Cierro los ojos, y cuando menos lo espero, Ethan me besa. Una ligera presión de sus labios contra los míos que tiemblan debido a los nervios. Jamás había besado de este modo a nadie y aunque ni siquiera nos conocemos, debo admitir que esto no se siente incorrecto de ninguna manera. Todo lo opuesto.
—Yo... —alcanzó a susurrar en cuanto me da la oportunidad de respirar.
¿Qué he hecho? ¿Por qué permití que esto llegase a este punto? No puedo hacer otra cosa, simplemente pongo ambas manos sobre su pecho y lentamente lo aparto. Ethan luce como si hubiera salido de un trance, carraspea de forma espontanea y se pasa una mano por el pelo. No puedo decir que me sienta arrepentida por lo que acaba de suceder, a decir verdad. Aunque claro, tampoco puedo decir que me sienta muy bien al respecto. No logro entender qué me ocurre. Hasta hace sólo unos días la preocupación por el futuro incierto era todo lo que ocupaba mi mente. La idea de salir con algún chico e incluso de ser besada en la manera que Ethan lo había hecho, nunca estuvo dentro de mis planes. Pero justo aquí, tratando de calmar mi respiración. No puedo encontrar una respuesta lógica a mis actos.
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Adelante
Teen FictionThany Baker no ha tenido una infancia feliz. Después del asesinato de su madre y el suicidio de su padre, con una tía que no quiso saber nada de ella. Thany pasó el resto de su infancia recluida en un orfanatorio. 13 años después de aquellos acontec...