CAPÍTULO 1

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°HACE ALGUNOS AÑOS°

       Lo tenía. Todo estaba más que listo. Tenía mi pañuelo lleno de cloroformo en el bolsillo de mi pantalón para mi próxima víctima.

       Me he acostumbrado a este trabajo. Estoy aquí desde hace dos años, pero no hay marcha atrás. Una vez que entras, la única manera de salir es la muerte. Ninguna de mis presas me ha delatado. No sé si sea por el miedo que se les instala cuando me conocen de verdad o por la gente con la que estuvieron rodeadas durante ese tiempo de miseria y dolor.

       Escuché el crujido de la puerta abrirse. Me fijé en dirección a ella y fue ahí donde la vi. Tan linda. Más linda de lo que podía imaginar. Me sentí débil, no podía poner el pañuelo en su rostro. Al menos no ahora. Ha sido la primer chica en estos dos años que ha logrado llamarme la atención. La única.

-Hola- me dijo cuando estuvo cerca de mí. Su exquisito perfume era floral. El escote en su cuello dejaba resaltar ligeramente sus pechos. Ese short de mezclilla dejaba ver sus lindas piernas, y no hablemos de ese trasero que tenía.

-¿Qué tal, Dalia?- con una de mis manos tomé su cintura y con mi otra mano disponible su mano. Besé levemente su mejilla. Su piel era tan suave, como la de un bebé recién nacido. Su mejilla al sonrojarse eran adorables. En cuanto mis labios tocaron su mejilla pude oler el delicioso aroma de su hermoso cabello ondulado color café.

-Bien. ¿Nos vamos?- acomodó un pequeño bolso, el cual hacía par con su blusa negra.

       Yo dí por hecho el asunto. Abrí la puerta del copiloto y ayude a subirla. Si bien tengo en claro sobre este trabajo, es hacerle creer a la víctima que nos preocupamos por ellas, que nos interesa, que en realidad las queremos. En este caso yo no tengo que fingir nada. Ella realmente me ha hecho sentir todo naturalmente.

       Conduje por 10 minutos para poder llegar a un restaurante-bar. Por mi mente no cruzó la idea de ponerla a beber hasta que estuviera a tope, luego llevarla a un hotel y coger con ella. Esta vez sería mi excepción con Dalia. Ella no era como otras víctimas que he tenido, es muy diferente a ellas. Mucho muy diferente.

-Pide lo que desees de beber Dalia- miré sus ojos claros color miel. Hacían buena combinación con su piel blanca. -Que esta noche prometo que será tuya.- me regaló una sonrisa con esos labios color pasión natural.

«Con ella no, con ella no, con ella no...» me repetía en mi cabeza. Cuanto la deseaba pero tenía que pensar en mi trabajo y en el peligro que corro o que corre ella.

-Háblame más de ti- Dalia no dejaba de mostrar su hermosa sonrisa después de la media botella de vodka que había bebido en ese pedazo de noche. Tenía mucho tiempo en que una persona no preguntaba sobre mí. Me dio un pequeño dolor en el pecho, por los nervios que se me instalaron en cuanto salieron esas palabras.

-Pues ¿Qué te digo? No hay muchas cosas interesantes en mi vida- tomé mi vaso con el poco de whisky que me quedaba.

 <<Dalia, Dalia, Dalia, Dalia.>> ese nombre era hermoso. Tan delicado y sutil como su dueña. Dios no pudo haberla creado mejor

-¿Tienes un empleo o estudias?- me había quedado congelado. Sin palabras. No podía decirle en lo que trabajaba realmente. No a ella. Ya no la vería más si se llagara a enterar.

-Por ahora no, pero estoy en busca de uno. En cuanto a la escuela, la dejé.- alcé mi vaso para que una mesera me viera. Ella al parecer se dio cuenta de mi señal y llegó al instante para tomarlo e irse.

       Los empleados de aquel restaurante-bar ni siquiera debían preguntar que bebía, era un cliente frecuente en aquel lugar. La mayoría de mis tardes me la pasaba ahí, bebiendo unos cuantos vasos de whisky hasta quedar casi inconsciente enredándome con cualquier chica que encontrara. Era ya como un hogar para mí. Así es como atraía a más mujeres.

Solo yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora