CAPÍTULO 3

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-¿Qué sucede Fred?- doblé mis rodillas y coloqué mis dos manos en ellas. Estaba un poco cansado de todo el recorrido. Respiraba regularmente para poder equilibrar mi agitación. Inhalaba y exhalaba como lo hacía normalmente.

-Tienes que acompañarme- hechó un vistazo a la silueta de Dalia que se alejaba en dirección a su dormitorio. Me había hecho caso. 

       A petición mía, nos dirigimos a mi transporte. Pero no tanto a mi petición, si no que FRed no contaba con uno.

-¿A dónde vamos?- cerré la puerta del auto que estaba de mi lado. Me acomodé bien en el asiento del piloto para proseguir a encender el motor. Como de costumbre no abroché mi cinturón. Casi nunca lo utilizaba, solo cuando tenía que trabajar.

-Habrá nueva integrante ¿A dónde crees?- él se abrochó su cinturón. Me dio una vista rápida antes de que yo pudiera arrancar.

       El tiempo era agradable, en cuanto al tráfico no era tanto. Un día tranquilo, se podía decir. Me detuve en una tienda por idea de Fred. A los pocos minutos estaba nuevamente tomando la carretera.

-¿Qué compraste?- la bolsa en la que estaban las cosas comenzó a hacer ruido, provocada por las manos de mi amigo. Había alcanzado a ver una pequeña caja y junto a ella otra un poco más grande.

-Chicles.- tomó uno del paquete, se lo introdujo en su boca y comenzó a masticas. -Y una caja de condones.- meneó el objeto de cartón causando que el contenido chocara con ese mismo e hiciera un ruido intermitente. Seguía masticando.

-¿Para qué?- sabía con exactitud para que eran. Yo lo había hecho con todas las mujeres a excepción de Dalia. Ella no lo merecía. Tenía mi respeto.

       Fredick buscaba una respuesta, mientras yo tenía mis ojos puestos en la solitaria carretera. Ya casi era hora de aparcar.

-Pues para cojer, supongo.- se encogió de hombros mientras se acomodaba en el asiento de tal manera que tuviera una visión completa de mí. -¿Qué tu no lo hiciste con Dalia?-

<<Vamos Daniel, una mentira. Solo una.>>  

-Pues claro que sí.- mis nervios eran imposibles de ocultar. Me golpearía a mí mismo si llegan a saber toda la verdad. Empezó a sonreír, fue por eso que me dí cuenta que tenía algo en mente.

-Ya veo Dani.- su sonrisa no se borraba de su rostro. Me daba un poco miedo que lo supiera. -Eso mismo fue lo que hice con Marlene- sacó un pequeño pedazo de papel que se encontraba en uno de los bolsillos de su pantalón. Introdujo ahí su chicle.

-Yo no he hecho nada.- reproché. Tenía que convencerlo de que la había tratado como las demás. Debía creerse esa mentira.

-Y eso es exactamente a lo que me refiero. No la tocaste, la dejaste intacta.- sacó un cigarro que guardaba en el otro bolsillo que tenía su camisa. 

       Me preocupaba que algún día muriera por fumar tanto. Sé que estaba muy delicado desde que se enteró que no tenía nada, más que su vida y su trabajo. Brooks fue el culpable. Tal vez le había afectado, pero no creo que le importe lo que hace.

-Hemos llegado.- apagué el motor del auto. En el auto ya estaba impregnado el olor a humo. Fred no tardaría en hacer su labor, podía ver la silueta de la chica a la que secuestraría. Me recordó a Dalia, necesitaba llegar lo antes posible para estar con ella. No podía olvidar lo que le prometí. -Debes apurarte, tengo muchas otras cosas que hacer.- me acomodé en el asiento. Estaba buscando la comodidad para el viaje de regreso. Mi compañero de viaje me miró por un par de segundos.

-Sí claro, aparte de estar con Dalia.- desabrochó su cinturón y bajó con lentitud. Estando afuera arrojó su cigarro al piso y lo pisó para que este se apagara. -Solo ten cuidado, Demon.- sus brazos se recargaron en lo que ea el ventanal bajo -Brooks puede llegar a hacer cualquier cosa.- su cabeza hacía movimientos pequeños de lado derecho a izquierdo. Negaba.

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