Antes de atreverme a abrir la puerta la toqué. Los gritos que había dentro de aquella cabina vieja desaparecieron por completo. Una aclaración de garganta fue lo único que escuché antes de poder oír pasen.
-Ahí está mi favorito, Demon.- ese lugar estaba más lleno que de costumbre. Me sobresaltaba la idea de que hubiese habido una reunión. Brooks me saludó. Miraba a Dalia de una forma inpeculiar, a leguas podía notar sus intenciones. -Creo que trajiste compañía.- la fulminaba de arriba a abajo. Posaba sus ojos en cada una de las curvas que le sobresalían. Cualquier hombre lo haría si se tratara de una mujer como ella.
-Dani, ¿Dónde estamos?- se ocultaba tras mi hombro como una niña pequeña. Era su inocencia la que le daba por hacerlo. No quería dejarla ahí sola, con esa clase de chicos. -Daniel.- susurro muy cerca de mi oído. Su tibia respiración chocaba ligeramente con mi cuello, lo cual causaba un gran escalofrío. -Por favor, sácame de aquí.- habló con un hilo de voz. Cuánto me dolía no poder hacerlo. Mi error ya estaba hecho y no había de otra.
-¿Cuál es tu nombre muñeca?- Brooks dió una gran sonrisa. Me daba repugnación.
«Dalia lo lamento, espero que me puedas perdonar» mis pensamientos invadía mi mente. Solo me estaba enfocando en ella.
«Joder Daniel, enfócate en Brooks»
-Daniel, sácame de aquí.- iba a llorar, en cualquier momento lo haría. Lo podía notar en su voz, y todo por mi culpa.
«Mierda, mierda, mierda» era lo menos que quería hacerle. No quería lastimarla.
Iba a sacarla de ahí algún día. Fui yo el que la metió en ese problema y sería yo la que la sacara.
-Kyle, ya sabes que hacer.- Brooke dio su orden. Como siempre lo hacía con cada víctima que ponía un pie en esta sala.
Dalia comenzaba a gritar. Cada grito me dolía, quedaría marcado por el dolor que le causaba. Pensé en llevarla, tal vez así de alguna manera podría mantener la calma.
«Maldita la hora en que la metiste en este lío, Daniel»
-Brooke, ¿Podrías asignarle de una buena vez su seudónimo?- cualquier cosa que dijera era para que perdiera tiempo y Dalia pudiera tomar un poco de calma. Estaba nervioso. Como nunca lo había estado. Tenía la necesidad de que estuviera bien. La quería bien para cuando saliera.
«Santos cielos Daniel, es tu trabajo. Deberías de acostumbrarte. No te enamores de ella, muchas chicas han pasado por aquí como para que tú decaigas con una ahora»
-¿Cuál es tu nombre mi amor?- Brooke se acercaba lentamente a ella. Juraría que si yo fuera Dalia me repugnaría de asco. Brooke la observaba con una vista que ni a mí me gustaba. Era un malcriado. Un abusador. Pensé que en cualquier momento la golpearía, es una actividad que adora hacer con cada recién llegada.
Él sería capaz de hacer cualquier cosa para demostrar quien era el líder de aquel lugar. Era apto de tomar a Dalia y empezar a cojerla lo más despiadado frente a nosotros. Podía ser lo que se le apeteciera, era su negocio. No podía hacer nada en contra de eso. Nadie podía, eran sus reglas.
-Dalia- susurró ella con tanto sentimiento en su voz. Aún podía notarse el miedo que tenía. Estaba débil.
«Deberías golpearte por ser un idiota, Daniel.»
Él se rió bajo. Caminaba a paso lento hacia ella. En el rostro de Dalia podía distinguir el asco que sentía por cada movimiento que hacia. Tenía que terminarlo, me lastimaba en cada expresión indiscreta que daba.
ESTÁS LEYENDO
Solo yo
Teen FictionY al abrir la puerta la vi. Tan linda como siempre. Con esa sonrisa que me encantaba, con esa mirada de una niña inocente, con su cabello ondulado que una parte caía por sus pequeños hombros y el resto por su fina espalda. Era perfecta. Demasiado. E...