Al caminar por los elegantes pasillos del castillo de Arendelle, sentía la mirada de Marcus clavada a mis espaldas. Mis hermanos nos paraban de murmurar y de cuestionar a nuestro hermano mayor, pero él guardó absoluto silencio.
Tragué saliva mientras rogaba que el suelo se abriera y me tragara.
Este era mi fin.
Debería haber fingido que estaba enfermo.
Los guardias abrieron las puertas del despacho de la reina y nos permitieron la entrada. Rogaba porque estos se quedaran así frenarían el ataque de mi familia, pero cuando el último de mis hermanos entró la puerta se cerró dejándome solo con ellos.
La tensión que se formó en el aire se podía cortar con un solo dedo. Paseé mi mirada por todos mis hermanos y en cada de uno de ellos vi una ira contenida, pero la mirada de Marcus fue la que me dejó aterrado.
No estaba portándose como mi hermano, sino como el rey de las islas del sur.
Él dio un paso hacia adelante y me miró de tal manera que me hizo encogerme.
—Hans—su mandíbula estaba tensa y mi nombre pareció más un gruñido—, tienes cinco segundos para explicarme que hiciste en Arendelle.
Tragué saliva y sentí mi cuerpo temblar.
—Yo...
— ¡Te dije que no debíamos traerlo!
Me interrumpió Nicholas y apreté los puños con fuerza.
¿En serio no podría explicarme?
—Se ha vuelto una vergüenza y deshonra para las islas del sur—murmuró Bartomeo mientras se cruzaba de brazos y negaba constantemente con la cabeza.
Todos, a la vez, comenzaron a hablar, opinar y gritar lo que se debería hacer conmigo sin importarles o dejarme explicar lo que haya hecho en Arendelle.
Yo solo quería desaparecer de ahí.
Estaba a pocos metros del lugar cuando alcancé a escuchar la algarabía que se estaba armando en mi despacho. Los hermanos de las islas del sur estaban teniendo una buena pelea ahí dentro. Suspiré con pesar y rogué al cielo por ayuda.
Abrí la puerta de par en par, ni siquiera les permití a los guardias que anunciaran mi llegada. El ruido cesó de pronto y me abrí paso entre los hombres reunidos hasta llegar a mi escritorio. Tomé asiento y me permití mirarlos a cada uno con la frente muy en alto.
Ser reina en un mundo tan machista no era fácil, pero mi padre me había enseñado bastante bien.
—Caballeros.
Todos los presentes, con excepción de Hans, miraban mis manos con miedo o suspicacia.
Suspiré y luché por no poner los ojos en blanco. No era digno de una reina.
ESTÁS LEYENDO
Frozen Love
FanfictionEncerramos los fantasmas de nuestro pasado, pero a veces escapan buscando una redención. Hans ha regresado a Arendelle junto con sus doce hermanos mayores. ¿Podrá reparar el daño que les causó a Elsa y a Anna? Otorgar el perdón no es fácil y menos c...