Capítulo 6: Corazones Descongelados

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Faltaban dos días para la boda de Anna y Kristoff.

Los nervios y las emociones eran los sentimientos predominantes en todos.

Hoy era el último día de fiestas antes del gran evento. Tendríamos el baile donde, como reina de Arendelle, debía bendecir la unión de la princesa.

Admiré mi reflejo revisando minuciosamente cada detalle de mi vestimenta y mi cabello, me aseguré de que todo estuviera en perfecto orden. Tal fue mi sorpresa al encontrar mi mirada siendo algo más brillante y mi sonrisa más amplia de lo que usualmente era.

Después de la visita que le habíamos hecho a los Trolls, todo lo que me había dicho el abuelo Pabbie, me había hecho sentir algo brumada y triste. Ese día Anna no iba a necesitar mi presencia en la festividad, así que planeé esconderme todo lo que quedaba del día en mi oficina. No conté con que Hans apareciera de la nada y me invitara a dar una vuelta por la ciudad.

Había tenido una tarde increíble a su lado. Nunca en mi vida me había divertido y reído tanto que incluso el estómago me doliera o que el pecho me cosquilleara a causa de la felicidad y la alegría.

Era demasiado confuso todo lo que Hans me estaba haciendo sentir, pero no quería empezar a analizar lo que sucedía entre nosotros y mis sentimientos. Solo quería disfrutar lo bien que me hacía sentir, sin tener que preocuparme por lastimar a alguien con mis poderes.

Anoche, finalmente, había podido dormir sin tener algún incidente con mis poderes. Eso había sido bastante... liberador.

Elsa había bendecido la unión entre la princesa Anna y su prometido

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Elsa había bendecido la unión entre la princesa Anna y su prometido. Todos, incluido yo, aplaudimos con júbilo.

Me alegraba demasiado ver que Anna había encontrado a alguien que la amara como ella se lo merecía.

Aquel joven de cabellos rubios, era perfecto para ella y lo sabía solo por la forma en que se veían y sonreían. Me sorprendí al encontrarme deseando tener algo como aquello y más me sorprendí cuando el rostro de Elsa vino a mi mente.

La música sonaba con mucha alegría y las personas comenzaron a danzar a mí alrededor, así que me aparté de la pista. Con la mirada busqué a la reina de Arendelle y sonreí ampliamente cuando la vi con su elegante vestido. Eran tan hermosa. Ella, sin duda, tenía el porte de toda una reina.

Caminé hasta ella con algo de prisa, quería invitarla a bailar, pero una mano me detuvo en seco presionando mi pecho. Aparté la mirada de Elsa y gruñí para encontrarme con un molesto Marcus.

—Quedan solo dos días, Hans. No sigas decepcionándome.

Aparté su mano con brusquedad, sinceramente, él no podía herirme más de lo que ya lo habían hecho todos mis hermanos a lo largo de estos años.

—Descuide, majestad.

Cuando volví a fijar mi mirada en Elsa todo enojo desapareció como por arte de magia. Mi corazón latió con fuerza ante la impresionante belleza y las piernas me temblaban cuando ella me miraba.

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