Capítulo 2:Fantasmas del pasado

106 17 1
                                    

— ¡Ella ya no existe! Por tu culpa.

Aquellas palabras no dejaban de torturarme. Sabía que algo había pasado con Anna cuando vi que aquel joven la había levantado del suelo cuando fue a buscarme en la montaña.

Lo que tanto había evitado por años, mi mayor pesadilla, hoy se hacía verdad.

Había congelado el corazón de Anna. Ella había muerto, por mi culpa. El dolor era demasiado, no lo soportaba. Me dejé caer de rodillas sobre el congelado fiordo.

Era un monstruo.

Congelé Arendelle.

Maté a mi hermana.

No merecía ser libre, yo merecía morir.

Lo había escuchado todo a la perfección.

El silencio en el fiordo era tal que solo se podían escuchar mis sollozos, así que había podido oír cuando Hans desenvainó su espada. Él lo sabía. La única forma de terminar con el invierno que azotaba al inofensivo pueblo era terminando con mi vida y yo... no tenía otra razón para vivir.

Padre, tú sabías lo que era mejor para mí. Sí hoy muero, ¿ellos serán libres?

Madre, ¿y si después de que me haya ido el frío es peor y la tormenta en mi interior arrasa con todo?

Me quedé ahí, llorando, esperando mi castigo.

Un castigo que nunca llegó.

— ¡No!

Aun podía escuchar la dulce voz de mi hermana menor. Lo siento Anna, pero esto es lo que merezco por todo lo que te hice.

Esperé y esperé, pero nunca sentí la espalda de Hans terminar con mi vida. ¿Así se sentía la muerte?

Con lentitud me giré para que por que Hans demoraba tanto, pero Hans no estaba ahí. A mis espaldas había una figura congelada.

No puede ser.

— ¡Anna! —me levanté con rapidez y tomé su rostro hecho hielo entre mis temblorosas manos. El horror grabado en su rostro. Ella... me había salvado de la muerte mientras yo la había mandado directamente a los brazos de esta—. No, por favor, no.

Por primera vez en años el frío me caló y envolvió mi corazón endureciéndolo y haciendo que doliera. Abracé a mi hermana y lloré sobre su fría figura. Lo siento tanto Anna.

—Esto es tú culpa Elsa. Eres un monstruo—me giré al escuchar la voz de Hans y vi que aún tenía su espada desenvainada—. No pude salvar a Anna, pero salvaré a Arendelle de la destrucción.

Alzó su espada para matarme.

— ¡No!

Un grito cargado de horror me despertó de aquella terrible pesadilla.

Miré a todas partes y la habitación aún estaba en penumbras. El corazón me martillaba en el pecho y el sudor me corría por las sienes. Entendí que el grito había sido mío y había sido todo solo un mal sueño.

Me dejé caer de nuevo en la cama y me pasé una mano por el rostro para limpiarme el sudor. Cerré los ojos, pero rápidamente tuve que abrirlos de nuevo. Aun podía ver sus ojos verdes y su sonrisa retorcida. Anna congelada. Arendelle devastado. Todo había sido mi culpa. Tal vez eso había sido una pesadilla, pero esa pesadilla había sido real. Un recuerdo del pasado.

Todo había pasado hace un año. Hoy hace exactamente un año de todo ello y aún tenía pesadillas con aquellos incidentes.

La puerta de mis aposentos se abrió de la nada y me alarmé. Me preparé para atacar con mis poderes a lo que fuera que apareciera por esa puerta, pero me tranquilice al ver aquella alargada y naranja nariz que se asomaba por la puerta.

Frozen LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora