Guardián [ Verkwan ]

Parte VI- Resolución

"Perdí tu rastro aquí,
incluso si me toma un largo tiempo
da la vuelta
y vuelve para que puedas encontrarme,
incluso en el distante futuro"

-Pinwheel-

🌠👼👼🌠

-Seungkwan... despierte Seungkwan, es hora de desayunar- la amable voz de una mujer de mayor edad resonó detrás de la puerta de aquella pequeña habitación, haciendo que un adormilado Seungkwan se removiera entre sus sábanas y cubriera su rostro con la almohada.- Apúrese que los niños lo dejarán sin porción extra- aquellas palabras fueron lo suficientemente persuasivas como para que Seungkwan se sentara en su cama y comenzara a desperezarse aún con mucho pesar.

La mañana se sentía muy fría, más aún estado cerca de una zona costera y muy cerca al mar donde le gustaba pasar los fines de semana.

Habías pasado casi dos años desde aquel día en que, según sus memorias le indicaban, había sido desterrado de aquel reino celestial.

Había descubierto que su nombre era Boo Seungkwan minutos después de encontrarse asustado al costado de una carretera desvalida, donde el sonido de los autos corriendo a toda velocidad y las bocinas chirriando solo le causaban mayor desconcierto y pánico.

Pero agradecía a quien estuviese arriba, que uno de esos tantos autos se detuviera al enfocarlo con las fuertes luces delanteras y lo hayan socorrido. Que aquella mujer desconocida no haya tenido malas intenciones ante su estado, y lo haya acogido en el refugio que había fundado hacía ya años atrás. Poco le había importado que Seungkwan no cumpliera con los requisitos suficientes como para ser ingresado en tal lugar que era destinado solo para pequeños niños en estado de abandono.

"¿Boo Seungkwan Es tu nombre?, Cuidaremos de ti Seungkwan"

Aquellas pequeña frase salir de los labios de aquella mujer después de identificarse ante ella le dieron la seguridad que necesitaba aún estando vulnerable y desorientado, y le dio el suficiente consuelo como para lograr deshacerse de ese miedo intenso que lo embargaba, dejando que llorase lo necesario mientras uno de sus brazos recibía una suave caricia.

"Madame Jwa" fue aquella mujer quien le había dado un pequeño techo, una pequeña cama lo suficientemente acogedora y un plato de comida a pesar que el apetito se le fuera en ese momento.

Aquella mujer fue la que curó de sus heridas que no solo se limitaban a la raspadura en sus labios, sino se extendía en manchas de sangre seca por sus costillas, y un par de laceraciones verticales que se prolongaban en los dos extremos de su espalda, no pudiendo si quiera recordar cómo es que aquellas heridas habían sido causadas.

El proceso no había sido fácil, le costó dolor físico y emocional el poder hilvanar cada uno de los vagos recuerdos que se le presentaban de un momento a otro, conectar aquellos rostros y aquellas voces que se mostraban en su mente, centellando sin aviso alguno, mientras intentaba ponerse de pie, mientras caminaba, mientras daba pequeños paseos por el campo.