El sonido de la puerta principal cerrándose tras de sí aún hacía eco en su cabeza, sus pasos apresurados se dirigían hacia aquel descampado que había descubierto en una zona cercana a la casa de Vernon y donde siempre se refugiaba para poder volver seguro y sin ser visto a su lugar de origen. Y más allá del cansancio y agotamientos que los viajes diarios que realizaba durante los últimos meses, existía ahora un dolor punzante en su pecho.
Sabía que el momento de una confrontación llegaría, pero no tan pronto, no tan pronto podía desmoronarse aquello que había construido, pero en el fondo tenía que admitir que muy a su pesar a base de ilusiones nada era estable, y nada sería estable relacionándose con su custodio, perteneciendo a distintos planos y naturalezas.
Vernon nunca había sido tan insistente como en esa ocasión, y esa tal vez era su señal de alarma para detener todo lo que estuviera haciendo y reformular que es lo que estaba logrando durante el tiempo transcurrido.
Si había algo que tenía muy en claro es que no podría mentir, porque aquel tipo de acciones no estaba dentro de sus principios y sería una carga más puesta sobre sus hombros, porque sabía y había sido testigo como un sinfín de personas en la humanidad sufrían a causa de éstas, y era mejor una verdad que duela en el momento que una mentira que traiga consigo consecuencias peores.
Pero, ¿sería acaso Vernon capaz de comprender la realidad de la situación?
¿Sería si quiera capaz de comprender que su propia existencia no pertenecía a ese mundo?
Esa era la pregunta que surcaba como una daga los pensamientos del pelirosa cada vez que se encontraba disfrutando de la sonrisa del castaño, cada vez que éste lo abrazaba, cada vez que Vernon agradecía su existencia.
Por ello salir de ahí lo antes posible no era si quiera una opción para él, porque las piedras quemaban ahora más que nunca, y permanecer ahí era un peligro inminente.
Sus alas impolutas empezaron a bajar la frecuencia mientras más cerca se encontraba de las puertas sagradas, ya se había acostumbrado al ritual diario de sumo cuidado al que tenía que someterse, y agradecía infinitamente que de manera curiosa las vías de acceso se vieran despejadas los últimos meses, facilitándole el trabajo de llegar a hurtadillas hasta su habitación.
Con un trote rápido y cuidadoso cruzó los pasillos alternos, escondiendo sus alas y cuidando de no dejar rastro alguno. Y pudo al fin respirar tranquilo cuando se encontró con la oscuridad de las cuatro paredes que lo acogían aún en la penumbra. Si tenía que ser sincero no le apetecía si quiera encender la luz, sabía el camino directo hasta su cama y solo deseaba sumergirse en ella rogando por encontrar ahí una salida que dejara sano y salvos a ambos, sin tener que dañarse entre ellos o tener daños a futuro.
No le costó mucho estar entre la conciencia y la perdición onírica, cuando unos suaves toques en su puerta se llevaron sus intenciones de al fin caer dormido.
-¿Pase?- intentó acomodarse en su sitio mientras desperezaba su rostro entre bostezos y aclaraba su visión.
Aquel cuerpo pequeño que se abría paso en su habitación acompañado de una figura alta quien llevaba una charola entre sus manos le dio calma conforme se iban acercando.
-Seungkwannie, te trajimos la cena- La voz animada de Mingyu le hizo escapar una pequeña sonrisa de sus labios, y a la vez se preguntaba hace cuanto tiempo que no veía al menor, porque el ritmo de vida que estaba llevando últimamente no le había ayudado a percatarse que ahora llevaba un nuevo estilo en el cabello, con la frente despejada acompañado de un mechon en forma de coma cayendo por su rostro que lo hacía verse aún más apuesto de lo que ya era.
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Guardián [ Verkwan ]
FanfictionSoledad... Chwe Hansol Vernon había empezado a creer que su existencia no podría haber sino mejor descrita que con aquella pequeña palabra, que tal vez la suerte nunca le sonreiría al ser solo un imán únicamente de calamidades. Pero si tal vez se pr...