Capitulo 2: La chica.

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Aviso: Eliza se pronuncia Elaiza.

Eliza.

De luto, todos estaban de luto por la reciente muerte de nuestro líder. Yo estuve allí, me puse lentillas verdes en mis ojos azules y una peluca para ocultar mi pelo blanco, seamos sinceros, una chica albina llama mucho la atención. Aún así conseguí llevarme el maletín, es una pena, el viejo Marcos me caía bien.

Estaba en el mercado de la plaza de cruz de lunas con mi peluca negra y otros cuatro rebeldes, por ahí siempre había que tener cuidado; ese día los cabrones de la CIA estaban dando una conferencia, sinceramente pasaba de escucharla, me daban ganas de vomitar al hacerlo.

Cuando ya teníamos la comida e íbamos a irnos algo insólito sucedió, una chica pelirroja le había disparado al que estaba dando la conferencia.

—¡Por la libertad!—Gritó. Será idiota, ¿En serio lo ha hecho en un lugar hasta arriba de armas? Si quería morir lo ha conseguido...es estúpida, la están persiguiendo.

¿Debería ayudarla? No, se la ha jugado demasiado, sería un lastre, aunque...el simple hecho de que una niña pija de la ciudad se haya levantado contra el gobierno y dar su propia vida por la causa...es digno de admirar.

La necesitamos.

* * *

La seguimos hasta un callejón por los tejados, la han atrapado y le están dando una buena paliza, ni si quiera sabe luchar, enserio, es idiota. Doy la orden de atacar con la mano y yo y mis compañeros saltamos encima de los capullos de la CIA. Les lanzo los cuchillos de mi pantalón, estos se les clavaron por todo el cuerpo, me encanta.

Me río, debo sonar como una loca, pero es que no puedo evitarlo. Adoro el rojo que sale del cuerpo de los que osaron matar a mi padre...y en fin, voy a matarlos y a limpiar este mundo.

—¡Retirada!—¿Qué? Nunca se retiran, esto es raro, demasiado. Pensándolo bien ni siquiera le han disparado, pero esa paliza es demasiado realista, la tendré vigilada, eso si sobrevive, jajaja.

Recojo mis cuchillos, están sucios, más tarde tendré que limpiarlos, muevo a la chica esperando que despierte, no responde así que la zarandero más bruscamente.

—¡Oye, pelirroja!—Nada, le doy un guantazo y suelta un quejido, suspiro, qué débil. Tendré que cargarla, mis compañeros están ocupados borrando nuestro rastro, genial, me cago en su vida. Espero que no pese mucho pues es muy alta.

—Eliza—Me llaman.— Tú ya puedes irte, nosotros estaremos un rato aquí.

—Está bien—Digo poniéndome a la chica en la espalda.— Joder, cómo pesa.

Moriré aplastada.

* * *

Vivíamos a las afueras, en una zona que supuestamente era inviable ya que estaba destruida por múltiples revueltas y guerras que hubo hará unos cuarenta años, nos escondíamos en un hotel abandonado, era lo suficientemente grande como para escondernos a los rebeldes y a los refugiados. Estos últimos eran tratados como mierda por el simple echo de ser distintos; homosexuales, extranjeros, personas de color o simplemente por darse cuenta de que el mundo va mal. Somos perseguidos y silenciados.

—¡Eliza!—Jade, gracias a dios esta tía pesa mucho.

—¡Jade ayúdame que pesa!—Él se para en seco.

—¿Quién es? Está muy herida.

—Eso es lo que voy a preguntarle en cuanto despierte—Digo tirándola al suelo.

—Eh, dijiste "ayúdame", no que la llevara yo solo!

—Adiós, Jade—Lo ignoro mientras entro en el lamentable edificio con una sonrisa.

—Será...—Le escucho quejarse mientras carga a la pelirroja como un saco de patatas.

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