Capítulo 3: La llegada.

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Aviso: Eliza se pronuncia Elaiza.

    Olivia

Sentía el cuerpo adormilado, ya no me dolía el cuerpo aunque notaba algunas punzadas y molestias.

—Niña...—Oía voces lejanas y confusas, me esforcé por despertar.— ¡Niña!

—Te dije que gritarle no sirve—Dijo una voz femenina.— Voy a volver a pegarle un guantazo.

Abro los ojos asustada y me incorporo negando con la cabeza, gran error pues ahora me duele todo el cuerpo.

Dejo escapar una leve queja al notar el dolor mientras frunzo el ceño cerrando los ojos, al abrirlos trato de acostumbrarme a la luz del lugar en el que me encuentro, parte de mi busto lo cubrían unas vendas por debajo de mi camiseta al igual que en mi muñeca adolorida. Dos siluetas están a mi lado.

—¿Dónde estoy? —Pregunté mirando a la figura más alta, se trataba de un joven más alto que yo, a simple vista podría medir metro ochenta, su pelo era rubio y lo llevaba peinado hacia un lado, sus ojos eran marrones y su piel algo morena. Levanté la vista para mirarlo a la cara y ver su sonrisa.

—Bienvenida, te encontramos herida en un callejón y...—La chica que se había mantenido en silencio al otro lado de la sala gritó.

—¿¡Cómo que "encontramos"?!, ¡yo la traje desde allí! ¿Tú sabes lo qué pesa?

—Es más bien que tú eres una enana.

Siguieron discutiendo, aproveché para fijarme en la chica. Era mucho más baja que yo, metro sesenta, tal vez, tenía la piel muy clara, era una albina de ojos azules con el pelo corto, su cara indicaba ser de pocos amigos. Su cara, me resultaba muy familiar, se parecía al chico de la foto que vi en los pasillos de la central.

—¿Quiénes sois?—Pregunté de nuevo. La chica suspiró y me miró.

—No le eches cuenta, está loca.

—Estás muerto, Jade.

—Sí, sí, largo—Dijo mientras echaba a la revoltosa albina y cerraba la puerta tras él.— Disculpala, hola, soy Jade y esa lunática es Eliza, ella te vio cuando disparaste a aquel agente de la CIA, fuiste muy valiente—Sonrió mirándome de arriba a abajo y luego continuó.— Te sacamos de allí, pero tienes el pómulo hinchado y fracturas en la muñeca y en una costilla.

Hice una mueca pasando una mano por mi pómulo hinchado, se suponía que solo me darían unos golpes, de no ser por los rebeldes habría acabado peor.

—Por eso me duele todo el cuerpo...—Lo miré.— Gracias por el cumplido, pero no soy tan valiente, solo apreté el gatillo y me di a la fuga hasta que me encontraron—Le sonreí amable.— Soy Olivia.

Jade se sonrojó y apartó la mirada de mi.

—El simple echo de que Eliza crea que vales la pena demuestra que no fue una estupidez, esa cría es una especialista. Te traeré ropa limpia—Dijo avanzando hacia la puerta.—Por cierto, bienvenida a los rebeldes.

Justo después de eso desapareció por la puerta.

Lo conseguí, estoy con los rebeldes.

* * *

Jade me dejó la ropa sobre la cama y me dejó a solas para que me vistiera, tardé un poco en levantarme de la cama por el dolor, una vez me deshice de mi ropa sucia pude ver manchas de sangre en partes de esta.

Me puse con cuidado la ropa limpia, consistía en una camisa de tirantes negra y unos pantalones vaqueros cortos también negros, decidí ponerme mis runners. Al terminar abrí la puerta de la habitación para ver a Jade hablando con Eliza.

—¡Oye, yo no quiero cargar con la nueva!—Grita ella.

—Tú la salvaste, tú la cuidas. Enséñale esto, nos vemos en la comida—Luego de eso me miró para sonreírme y empezar a caminar.

—Joder—Eliza me mira y frunce el ceño.- Mueve el culo, te voy a enseñar el hotel,  princesa.

—Soy Olivia, no hace falta llamarme princesa—Le expliqué, ya que no me sentía cómoda con ese apodo.

—Vale, princesa, sígueme—Sonrió divertida antes de darse la vuelta.

Rodé los ojos negando levemente con la cabeza y empecé a caminar detrás de ella. Al parecer en la segunda planta se encontraban las habitacioes de los rebeldes, en la planta baja vimos el enorme comedor y lo que psrecían ser unos almacenes junto a la cocina. En la primera planta había una enfermería, donde me desperté, al otro lado del pasillo estaba la puerta que daba a la gran sala de entrenamientos en la cual algunas personas estaban peleando entre ellas y otras aprendiendo técnicas de ataque.

Bajo tierra había un gran espacio donde vivían los refugiados, también había una sala de calderas y otra en la que se fabricaban armas, más allá estaba la zona restringida donde seguramente estaría el nuevo líder.

—Bueno, princesa, aquí entrenamos los rebeldes, pero no te preocupes, tú estarás abajo con los refugiados y podrás tener una vida medianamente normal.

—Espera, Eliza—Me situé frente a ella.- Quiero unirme a los rebeldes, no hice aquello en la plaza para acabar siendo una refugiada. No estoy de acuerdo con lo que hace el gobierno y quiero detenerlo ya sea con mi propia vida—Dije intentando ser firme.

Ella me sostuvo la mirada, seria, la verdad era que intimidaba bastante, pero yo no me iba a doblegar.

—Ciertamente, me pareció admirable lo que hiciste allí, además tienes buena puntería—Sonreí.— Pero, te lo voy a dejar claro, pelirroja, no me fío de ti, ¿no es muy sospechoso que no te dispararan en cuanto te encontraran? Porque es lo que suelen hacer, novata.

Suspiré, no se le escapa una y esto será difícil, pero yo no me doy por vencida tan rápido.

—Yo también me pregunto lo mismo, querida Eliza...y créeme cuando te digo esto, haré que te ganes mi confianza.

—Vaya, eres interesante y todo, quiero ver como lo intentas, terminemos de ver este pedazo de mierda y cuando te recuperes harás los exámenes para entrar en algún nivel rebelde.

Asentí.

—Bien.

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