Capítulo 1: El líder.

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Olivia

Caminaba a paso rápido haciendo sonar mis tacones por los pasillos de la central. Esa mañana un secretario me había llamado en el desayuno para decirme que debía hablar con Jake en su despacho. A medida que avanzaba por el amplio pasillo blanco veía fotos que decían "SE BUSCA" en las paredes, eran rebeldes. La foto que más me llamó la atención fue la de un niño que tendría unos doce años, albino, de unos ojos azul intenso y piel clara, era el supuesto hijo del anterior rebelde y desde el atentado a la central de la CIA hecha por él hace unos años atrás, le buscamos desesperadamente. Rebeldes, nunca entendía por qué insistían en destrozarlo todo y perturbar la paz, no los odio, pero no veo justo lo que hacen.

Llegué a las grandes puertas oscuras de la sala y llamé a estas.

—¡Pasa!—Gritó la voz de mi jefe. Entré al lugar, Jake estaba sentado detrás de su escritorio de madera de roble escribiendo algo en su ordenador, este al verme dejó su trabajo para recostarse en su silla de cuero negra.

—Buenos días, Jake—Le saludé con una sonrisa mientras situaba mis manos tras la espalda quedándome de pie. Era un hombre de veintiseis años, alto, algo musculoso, de piel morena, pelo negro y ojos marrones, era de esos a los que le gustaba conservar su perilla.

—Buenos días, Olivia. Ya me han informado de tu misión de ayer, un éxito.

—Casi un éxito—Recalqué.— Dejé escapar a la camarera con el maletín.

—No tardaremos en encontrarla, creeme.

—¿Querías verme para algo?—Pregunté yendo al grano.

—Sí, tienes otra misión—Desvió su mirada a unos papeles que cogió para leerlos, suspiré.

—¿Tengo que matar a alguien?

—Lo dudo, estarás un tiempo fuera—Dijo firmando los papeles para dejarlos de nuevo en la mesa y mirarme cruzado de brazos.

Alcé una ceja.

—Te escucho.

—Vas a infiltrarte donde se esconden los rebeldes—Me quedé unos segundos en silencio, asimilando la noticia.

—¿Qué?

—Tendrás que ir y ser una más de ellos, nos irás dando información sobre sus planes cuando te llamemos a través de este reloj—Me explicó mostrándome un reloj simple con unos botones pequeños en el lateral de color negro que acababa de sacar de un cajón.— Dame tu mano.

Caminé hasta su escritorio y le extendí el brazo izquierdo.

—¿Me estás diciendo que debo ir a donde se refugian los causantes del desastre y vivir con ellos?—Se inclinó un poco de su asiento para ponerme el complemento, una vez hecho volvió a recostarse en el respaldo.

—Exacto, tienes que ganarte su confianza.

—¿Cómo haré eso?

—Ya está todo pensado, haremos una especie de actuación. Daremos una conferencia en la Cruz de Lunas.

—Por ahí siempre pasan rebeldes...—Deduje.— Sería raro que no apareciera al menos uno, causaré disturbios y los rebeldes verán que pueden confiar en mi.

—Has dado en el clavo—Sonrió.- Luego de eso solo tendrás que huir, los guardias te atraparán y te darán algunos golpes para que sea más realista. Es muy probable que los rebeldes te encuentren y te ayuden.

Asentí memorizando el plan.

Una vez prepararon la conferencia en aquella plaza me cambié de ropa en la furgoneta en la que iba. Vestía unos leggins de deporte, unos runners y una sudadera con capucha, todo negro, observé desde una esquina los grupos de personas que habían frente al escenario donde estaban el atril y Jake, se hizo pasar por el jefe de la central a la hora de empezar el discurso y supe que debía actuar. Caminé entre las personas oculta bajo mi capucha hasta situarme en un buen punto de mira, levanté la cabeza mientras sacaba rápidamente mi pistola del pantalón, apuntando hacia Jake, y grité.

—¡Por la libertad!—Grité apretando el gatillo del arma, la bala salió disparada a gran velocidad en dirección a Jake el cual logró esquivarla gracias a que Finn, su guardia, lo empujó a un lado, cayendo los dos al suelo.

Jake tosió algo y dio una orden apuntándome con el dedo a la par que la multitud de personas echaba a correr.

—¡Atrapadla!

Giré sobre mis talones y me di a la fuga, corría mientras empujaba a algunas personas a los lados para que se apartaran y mis pies se movían ágiles sobre el asfalto.

Tomé una dirección diferente a la que tomaban el resto de personas, corría por aquellas calles oscuras y medio estrechas escuchando los pasos de mis perseguidores detrás de mi. Iba a girar la esquina pero una fuerte mano me agarró por el cuello de la sudadera y me lanzó contra un contenedor de basura sin darme tiempo a reaccionar.

Ahogué una queja tocando la parte de atrás de mi cabeza que había chocado fuertemente con el contenedor, trataba de levantarme, una patada aterrizó en mi vientre haciendo que volviera a caer al suelo tocándome la zona dañada.

Cogí mi pistola, mi vista se estaba nublando lo que impedía que pudiera apuntar con precisión, un puñetazo en mi cara estampó contra el suelo y una fuerte pisada en mi mano provocó que mi muñeca se doblara notablemente con un crujido haciéndome gritar, apreté el gatillo por error lanzando una estruendosa bala contra una pared.

Notaba como cada vez perdía más la conciencia a medida que más golpes llegaban, cuando de repente distinguí el sonido de disparos, al principio me alarmé pensando que iban hacia mi pero cuando oí al guardia de la CIA gritar, supe que no me golpearían más.

—¡Retirada!

Habían llegado los rebeldes.

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