Capítulo 8: ¿Baños?

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Eliza. 

Estaba sentada en mi cama, Olivia estaba tumbada a mi lado, respiraba suavemente. La envidiaba un poco, no tenía que aguantar la respiración para evitar las nauseas que provocaba la habitación, ojalá yo pudiera estar así de tranquila, sin despertar. Para siempre.

—Uhm...—Se removió entre las sábanas. Se le acabó la paz. Al segundo siguiente ya había abierto los ojos.

—¿Qué hago aquí?—Preguntó confusa. Intentó levantarse, pero rápidamente volvió a caer sobre la cama con un quejido.

—Jessica te ha dado una paliza—Solté sin más. Me miró extrañada.— Durante el entrenamiento, Jade y Ethan lucharon, y cuando Ethan ganó yo luché contra él, a todos les gusta ver cómo "los gemelos del blanco" se pelean. Así que nadie estaba atento al ring de al lado donde tú y Jessica ibais a entrenar. Ella se pasó mucho, aparentemente—Terminé, mirando su ojo hinchado y su piel pálida, en la que ahora había pinceles de colores rojo y morado.

Ahogó otro quejido, mirando al techo.

—Cómo no. Nunca se me ha dado bien la lucha cuerpo a cuerpo, y con el asco que me tiene, seguramente quiso aprovechar—-Chasqueó la lengua, negando con la cabeza.

Fruncí el ceño, ¿asco? Yo siento asco por casi todo el mundo, pero por Olivia, extrañamente no tanto. Además se supone que sólo se conocen de unas horas, Jessica no juzga a la ligera...Mierda, no entiendo qué está pasando.

—¿Te tiene asco?—Pregunté. No porque me importara realmente, era más bien porque me gusta tener todas las situaciones controladas, algo que desde que llegó la pija de aquí está siendo muy difícil.

—¿No viste la discusión que tuvimos cuando la conocí? Pero si está claro que no me quiere ni ver—Contestó, como si fuera algo obvio.

La miré extrañada, las relaciones humanas, son muy complicadas, mejor no me meto en sus vidas.

Tras una hora de mirar por la ventana mientras oía las quejas de Olivia, el ruido de la puerta me exaltó. Jessica entró por esta.

—Uy, lo siento. No quería asustarte—Se disculpó terminando de ajustarse su coleta de caballo. Los colores me subieron por las mejillas, y mi enfado se extendió.

—¡No...No me has asustado!—Tartamudeé. Ella sonrió de lado.

—¡Claro, perdona!—Sonrió con sorna. Ni siquiera miró a Olivia, que se había incorporado para ajustarse el top...qué drama tienen éstas dos...

Me levanté para coger mi linterna verde fluorescente junto a mi toalla. Jessica hizo lo mismo.

—Chicas, ¿dónde vais?—Miré a Olivia. Claro, ella era nueva.

—Ah, vamos a bañarnos—Le expliqué, pude notar su expresión de alivio, seguro que pensaba que no nos bañábamos.— Así que arriba, coge una linterna y una toalla.

—¿Ahora?

La miré extrañada.

—Claro, ¿cuándo si no?

—Es casi de noche.

Jessica dejó escapar una maldición y gritó.

—¡Por dios, no se calla nunca! ¡Se van a ir sin nosotras! —Gritaba enfurecida.— ¡Sí, vamos de noche para que no nos detecte la CIA!—El silenció se instauró en la habitación. Olivia no parecía entender cómo podría descubrirnos la CIA, así que Jess se apresuró a decir.— Nos bañamos en un lago que está a unos kilómetros de aquí, date prisa.

Terminó, y se fue decaída. Esto es incómodo.

* * *

Íbamos todos los rebeldes y refugiados (a excepción de algunos, que se quedaron para vigilar la base) caminando con nuestras luces verdes.

¿Por qué verdes y no linternas normales? Fácil; esas luces desde arriba se confunden con las millones de luces de luciérnagas que hay en el campo, que tienen el mismo tono de color. Así nosotros los vemos, y ellos a nosotros no.

El cielo se tintó de negro rápidamente, miré a mi alrededor. Olivia cojeaba debido a los golpes, es resistente, no cualquier persona podría incluso ponerse de pie. Ella miraba a todos los lados, me acerqué por detrás. 

—¡OLIVIA!

—¡AH!...¡Dios, Eliza!

—¡Ja! Gracias, por cierto...¿a quién buscas?—Pregunté alzando mis cejas con intriga.

Ella desvió la mirada, un tanto sonrojada...buscaba a mi hermano...

—Sólo...no veo a Ethan. ¡Ah! y a Jade.

Rodé los ojos. Qué asco a hormonas juveniles.

—Bueno, mi hermano es el líder, y tiene una ducha privada para él en el hotel, y Jade está entre los que se han quedado a proteger el hotel—Cabeceó levemente y me sonrió. Tiene los dientes muy blancos.— Por cierto...-la miré pícara.— ¿Querías ver a mi hermano desnudo?

Ahora sí que estaba roja, parecía un semáforo. Gritó nerviosa.

—¡No! Por supuesto que no...Bueno, sí—Empezó a balbucear nerviosa.— ¡Digo, no! Quiero decir, ¡desnudos! ¿¡Nos vamos a ver todos desnudos!?

* * * 

Las chicas se reunieron en el otro extremo del lago para ocultarles su desnudez a los chicos, que hacían lo mismo. Yo estaba con las chicas también, no por vergüenza...sinceramente,  los chicos...me dan miedo, y más si estoy así de descubierta, vulnerable. Estaba junto a Olivia frotando mi pelo hasta que salió un poco de espuma. Nadie hablaba, de hecho, el lago se había mantenido en completo silencio, si no fueran por los niños que jugaban a salpicarse. Extrañamente, no odio a los niños, más bien les compadezco, son felices, ignorantes, puros. Sólo pensar en todo lo que le queda por pasar me hace querer protegerlos, algo parecido a lo que siento por Ángel, aunque con él, es diferente.

* * *

Tenía la ropa ya puesta y la toalla sobre uno  de mis hombros. Era tarde y hacía frío, de mi pelo aún caían pequeñas gotas que teñían el color de la arena a uno más oscuro.

Suelo terminar de las primeras en lavarme, así que me llevo mi libreta para dibujar. Me refleja y ayuda a aislarme. Mi querida libreta marrón, con hojas sucias llenas a rebosar de garabatos y borrones. Miré el cielo en el que sólo había estrellas, sin luna. Hoy no; pensé. ¿Qué puedo dibujar? Algo que haya cambiado mi vida, miré a todos los lados, los mismos rostros, los mismo sitios...y un cabello rojo resaltando suavemente entre ellos. Empecé a dibujar, sin darme cuenta, el fino perfil de Olivia.

—¿Qué haces?—Escondí la libreta en mi pecho en un vano intento de ocultar el dibujo. Era Olivia. No, no, no, lo va a ver. Se va a reír. ¿Y qué? ¡Que se ría! Fingiré indiferencia, como siempre, y tiraré el dibujo.

—Puro entretenimiento—Dije neutra, arrancando la hoja con el dibujo y tirándola lejos.— Bueno, por qué...—La miré en una mezcla de confusión y horror cuando la vi agacharse a coger la hoja. La miré fijamente esperando su reacción, aunque mi cuerpo quisiera salir corriendo.

Ella sonrió, como siempre lo hace, mostrando sus blancos dientes en los que se reflejaban las luces verdes de los fluorescentes.

—¿Soy yo?—Asentí.— Vaya, es precioso.

Esperaba de todo menos eso, cualquier cosa, había preparado millones de insultos, pero tan sólo con esa palabra, me quedé indefensa.

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⏰ Última actualización: May 09, 2019 ⏰

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