Nieve

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El romance entre Scott y Meg iba muy bien, aquel chico la trataba de maravilla, se preocupaba por ella y le demostraba un cariño real, ella era reciproca a ese trato; pero ocultaba los sentimientos que aún tenía por Edward.

Mientras tanto, el joven manos de tijeras luchaba por ocultar su tristeza, se culpaba a sí mismo por haber provocado aquello, el sugerir a Meg que estuvo bien que aceptara aquella invitación lo hacía sentir como un tonto. Las personas lo notaban más callado de lo que acostumbraba, pero no lo cuestionaban para evitar que dejara de hacer los favores que le pedían.

Scott siempre que iba a comer a casa de Meg, bromeaba a Edward con intenciones de ser su amigo, sabía que su novia lo quería mucho y él no tenía problema con eso. Sin embargo, las respuestas del joven manos de tijeras eran cerradas, sólo movía la cabeza para negar o aceptar las cosas, también fingía sus sonrisas.

A pesar del poco tiempo que Meg tenía para estar con su amigo, siempre buscaba una oportunidad para contarle sus cosas, seguir viendo las nubes o en ocasiones las estrellas cuando ella llegaba tarde a casa.

- Edward, ¡Me siento feliz de tener a Scott y a ti en mi vida! Pero en especial estoy muy agradecida contigo.

- ¿Por qué?

- Porque desde que tú te mostraste ante mí en el castillo, hubo muchos cambios, supe que mis sueños podrían hacerse realidad, dejé de sentirme sola, de ser tímida, las personas dejaron de molestarme y conocí a Scott.

Edward al escuchar lo último prefirió seguir viendo las estrellas, recordando su vida al lado de Kim, pensando en que todo se estaba repitiendo, se decía mentalmente que él sólo era un invento y que no podía permitirse sentimientos, pero ¿Por qué él desarrolló esa capacidad de sentir?

- ¿Edward? ¿Me estás escuchando?

- Sí, perdón.

- ¿Estás bien? Pareces distraído.

- Sólo estaba pensando en el tiempo que llevo aquí, han pasado muchos meses.

- ¡Cierto! Y además, en dos días será mi cumpleaños ¿Qué me vas a regalar?

- No lo sé.

- Era broma, ¡Tú amistad es suficiente regalo para mí!

Edward sonrió y justo cuando iba a decir algo bello para ella, el Señor Thompson interrumpió.

- Hija, te habla Scott a tu celular.

- Sí, ¡Ya voy! Lo siento Edward, tengo que ir a contestar.

- Sí.

El joven bajó la mirada, para luego dar media vuelta y mirar al cielo. William Thompson se dio cuenta de la tristeza del chico y se acercó a él.

- ¿Qué tienes Edd? Hace días estás más callado que cuando te conocí.

- Nada señor Thompson.

- ¡Ya te he dicho que me llames Will! Pero bueno, ya eres parte de la familia y sé que te ocurre algo, ¿Es acaso por mi hija?

- Sí.

- Lo imaginaba, ella es una jovencita muy hermosa y debo agradecer que desde tu llegada cambió mucho, ahora es más feliz, pero tú no lo eres, sólo te puedo decir algo que tal vez nadie te haya dicho antes, si la quieres ¡Lucha!

- ¿Luchar?

- Así es Edd, una mujer aprecia cuando un chico lucha por ella, cuando le muestra interés y sobre todo la protege, pero también debes ser un poco frío, no les des todo a la vez, debe ser poco a poco y sólo si ella te está ofreciendo el mismo trato, si no funciona siempre encontrarás otra persona que te valore. Por ejemplo, tú y aquella chica pelirroja lucían bien juntos.

ScissorhandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora