Vigencia Social

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La noticia de la golpiza que el señor Collingwood había dado a su esposa, impresionó a todo el pueblo, no entendían como el abogado había llegado a tanto, las amigas de Joanne procuraron no tocar el tema; ella tenía días sin presentarse al colegio.

La vida de la pelirroja había dado un giro inesperado, su padre se encontraba detenido por intento de homicidio; sin embargo, se complicaría más si en los próximos días la señora Collingwood perdía la vida en el hospital.

Joanne no sabía que hacer al respecto, se encontraba muy afectada por la situación, acudía todos los días en compañía de su tío a visitar a su mamá, ella se encontraba en coma y el doctor que la estaba atendiendo no daba ninguna esperanza.

Edward al enterarse de la situación se sintió culpable por no haber intervenido en aquella ocasión que escuchó la agresividad del señor hacia su familia, tenía esperanza de poder hablar con Joanne y brindarle su apoyo.

Mientras todo esto ocurría, en el penúltimo entrenamiento de los cuervos, Scott estaba demasiado concentrado, pues sabía que el campeonato era una buena oportunidad de ganar todo, y no sólo pensaba en un trofeo; sino en los observadores de los lobeznos de la UCLA.

Al terminar ese entrenamiento, la mayoría de los jugadores del equipo lo felicitaban, pues estaban seguros de que gracias a él podrían salir campeones; estando en las duchas solo, el quarterback suplente, Jason Raynor, se acercó a él para provocarlo, nunca se habían llevado del todo bien, y aquella rivalidad aumentó cuando el entrenador anunciaba al quarterback oficial.

"¡El elegido es el señor Reed!"

Jason no soportaba ser el segundo en el equipo, tenía celos del éxito que su compañero había logrado.

- ¡Hey Reed! Supe que te dejó la rara.

Scott no quería hacer caso a las provocaciones de Raynor, pero en el fondo le dolía que Meg lo hubiera dejado por Edward.

- ¿Esa perra? ¡Yo la dejé!

- ¿Perra? No creí que a chicas como esas se les escribiera cartas rogándoles.

Jason sacó una hoja en la cual Scott le pedía a Meg que volvieran.

- ¿De dónde sacaste eso?

- Se cayó de tu mochila antes del entrenamiento.

- ¡Dámela!

- ¿Qué? ¿Para qué? ¿Quieres volver con esa perra?

- ¡Que me la des!

Scott Reed corrió para arrebatar aquel papel, sin embargo por lo resbaloso del lugar, cayó al piso; lastimándose la mano derecha, Jason no podía creer la jugada que la vida le tenía preparada, deseaba que su compañero se lesionara gravemente; no le ayudó a levantarse a pesar de que el chico se retorcía de dolor.

Al día siguiente Scott era el último en presentarse en el entrenamiento. Lamentablemente el quarterback no podía completar ningún pase de manera correcta, y su rostro bajo el casco mostraba dolor, acompañado de muchas lágrimas. El entrenador detuvo aquella sesión, se acercó a su estrella y al ver la inflamación en la mano pidió que lo llevaran a la enfermería.

Scott argumentó que no le dolía, sin embargo, sólo estaba fingiendo sentirse bien, al hacerle las radiografías la doctora determino que no podría jugar en la final; y que posiblemente requeriría operación.

Cuando todo el equipo se enteró de aquella noticia, uno a uno se acercaron con su compañero para darle ánimos, a excepción de Jason.

- Daré el mejor partido de mi vida y me quedaré con la posición en Los Angeles.

ScissorhandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora