Días de soledad.

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La lluvia de la tarde.
Inunda mi alma.
Cada gota que canta.
Al compás de mi corazón cobarde.

Todo comienza, básicamente por la soledad, aquella gran amiga que no te deja opciones, aquella que solamente te brinda silencio.

Soledad.

Reclutamiento de valientes.
Al entrar en ella, dificilmente sales.

Un poeta enamorado, la necesita, principalmente para querer enamorarse, mayormente siempre están solos.

Ella es la gran inspiración, que hace de los versos una gran emoción.

Ella es la divina chispa que enciende la fogata de la escritura.

Bajo la lluvia se vive mejor.

¿Acaso me equivoco?

Mi lápiz, ama al papel, pero para amarse, necesitan silencio, necesitan soledad.

El frío que llega a mi alma, es tan abrumador, tanto que ésta necesita el calor de las letras.

La soledad, es muchas veces mi mejor amiga, mi confidente e incluso mi amante.

Sus besos son tan profundos, tan estremecedores.

Sin ella, mis versos serían una catástrofe, a decir verdad, no habría significado alguno; sin ella, la melodía de las aves no se escucharía en mis adentros, para después convertirse en la más bella música.

Ella, es la responsable de mis poemas de amor, la que me obliga a decir <<Qué bella es la lluvia>> y no necesitar de alguien más, porque, ella es la que me canta todas las noches y me lee cuentos ficticios...

Ella es mi relato de amor.



La manuscrita del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora