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Cariño mío,
Latente de mi corazón,
Esta noche tengo frío,
Y quiero abrazarme a ti.

Las estrellas tu rostro iluminan,
De este esperanza tengo,
Estas ganas de besarte nunca terminan,
Porque de ti aprendí a amar.

Estamos solos tu y yo,
Aquí frente al fuego,
Éste nuestro ser ilumima,
Y nuestras manos unidas están.

Mariposas vuelan por sobre nuestras almas,
Enamoradas y sedientas,
Que otro paso anhelan,
Pero sin más aprenden a controlar.

De mi cuerpo ardiente,
El sudor escapa sin resistencias,
Llorando está mi cuerpo por ti,
Y tú ya te has dado cuenta.

Al oído me susurraste,
A mi piel estremeciste,
Después a mis labios besaste,
Y por fin el amor entendiste.

Dijiste que me amabas,
Te dije que te deseaba,
Abrazaste a esta muerta,
Y a la muerte le arrebataste.

La negrura de la noche,
Por nuestra luz se extinguía,
El frío del bosque,
Por nuestro fervor desaparecía.

Sólo tu y yo,
Amándonos con el viento,
Sin ninguna interrupción,
Rompiamos el silencio.

Entregamos alma y cuerpo,
Fundidos con el fuego,
Como soldado de plomo y su amada,
Fundidos en un mismo corazón.

Mi piel gritaba tu nombre,
Tu perfume se pegaba a ella,
Mis ojos deseaban más,
Tus labios suplian su necesidad.

Y ahí fuimos uno solo,
Fuimos todo lo que éramos,
No dábamos más ni menos,
Solo con el corazón amabamos.

Ahora sin más puedo jurar,
Que este sueño ha sido el más lindo,
Jamás había logrado soñar,
Algo tan procesado y eterno.

Odio estas veces,
Odio despertar de mis sueños,
Volver a mi realidad,
Y verte lejos de mis brazos.

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La manuscrita del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora