40. ¿Puedo abrazarte?

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Domingo, 24 de diciembre.

POV James

-Alegra esa cara, O'Connor, es Nochebuena.- dice Liam desde la cama de arriba.

-Para ti es fácil decirlo, Clifford, no tienes ninguna preocupación, la chica a la que quieres es tu novia y todo lo demás es pura paz.

-Es la chica castaña, ¿no? ¿Ellie?- pregunta Cole que ya se va enterando de los líos que hay montados.

-Esa misma, lo está volviendo loco.- responde Edward riendo. Lo miro mal.

-¿Enserio? No eres el más indicado para decirme eso, ¡Emily te da largas!

-A mí al menos me habla.

-¿Te gusta Emily?- interviene Cole.

-No lo sé.- Austin lo mira con las cejas alzadas. -¿Qué? ¡Es que no lo sé, nuestra relación es confusa!

-Si te llega a gustar Emily, mi hermana y Nicky enloquecerán.- Cole suelta una carcajada.

-Tienes razón.- Dylan se le une a las risas pero él lo fulmina parando de reír.

-Tu cuñado te odia.- Liam ríe y Cole también.

-Que pena que Emma no tenga hermanos.- Dylan fulmina a su hermano mayor.

-Su tía me adora.- le guiña un ojo.

-¡Chicos, venga, son las 11!- la Sra. Miller llama a la puerta.

-¡Ya vamos, mamá!- contesta su hijo.

***

Acabamos de venir de ver un teatro navideño, y a nadie le ha faltado tiempo para encender la chimenea y beber algo caliente.

Esta vez la mayoría estamos en círculo frente al fuego bromeando y bebiendo de nuestras tazas, menos Sophie que ha ido con Ellie a no sé donde.

Hablando de la reina de Roma, por la puerta asoma.

Viene a sentarse en medio de mí y de su reciente novio quien le tiende una taza de té. Cuando anunciaron lo suyo la otra noche, sus madres estaban más que felices.

-Sophie, ¿vienes de estar con Ellie?- le pregunto a lo que asiente. -¿Dónde está?

-James, me ha echado, quiere estar sola.

-Ya ha pasado demasiado tiempo sola, es hora de darle apoyo y saber qué le pasa, somos sus mejores amigos.

-Ya sé lo que le pasa, no es algo que se pueda solucionar, y no me pidas que te diga qué es porque no puedo.

-Dime al menos donde está, por favor.- se queda en silencio y tras pensarlo un momento habla.

-Rayos, ella te necesita... Yo no te he dicho nada, en el porche, viendo la nieve.- le sonrío y me levanto. -¡Quiere un chocolate!- me giro y le agradezco. -Por nada, ve y devuélvele la sonrisa.

Y eso voy a hacer.

Me dirijo a la cocina, le hago un chocolate y lo llevo conmigo al porche. Cuando llego, veo una trenza de espiga castaña llenándose de nieve que cae por un jersey blanco.

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Gracias a una mudanza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora