Capítulo 4

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Dos semanas. Era viernes por la tarde.

Habían pasado dos semanas desde que conocí a mi alma gemela -aunque el no me reconocía de esa manera-, de que comenzaron las clases, y de que Thomas y yo casi nos besamos. Recordé la sensación de sus labios tan cerca de los míos, y suspiré.
Reaccioné y recordé que debo esperar a que termine su noviazgo con Britt para poder tocar al rubio.
Eso sonó tan raro.

En estos momentos estaba caminando hacia mi casa, Ki se había ofrecido a llevarme, pero me había negado. Necesitaba pensar.

"¿Qué tan difícil puede ser?" Había dicho tan solo a unas horas de conocer al rubio.
Rodé los ojos al recordar mis palabras. Realmente, la boca es el peor castigo.

En ese momento, no tenía ni idea del infierno que me esperaba.
Y si, ya había aceptado que el mundo conspiraba en mi contra.

Todos estos malditos días me los había pasado huyendo de la brillante cabellera rubia, que cada vez más, trataba de estar lo más cerca posible de mi.
Lo peor de todo esta situación era ignorar su cara de desilusión y el dolor que se formaba en mi pecho cada vez que lo rechazaba de alguna manera.

Al parecer, todos mis amigos se habían unido a la larga lista de personas que odiaban a Dylan, pues habían decidido añadir al rubio a nuestro -no tan pequeño- grupo.

Supiré al recordar el tercer día de la primera semana, Thomas empezó a sospechar de mi, cuando me caí de bruces contra el suelo, supongo que sintió algo parecido a lo que yo sentía. Por lo tanto, el británico se había dedicado a golpearse a si mismo esperando una reacción de mi parte.
Había tratado de aguantarme el dolor y hasta ahora, estaba dando resultado.

-Hola, Dyl -escuché que una alegre voz decía poniéndose a mi costado uniéndose a mi caminata-. ¡Que sorpresa encontrarte por acá!

¿Es una jodida broma?

-Hola Tommy -dije con la felicidad más fingida del planeta-. Justo hoy decidí caminar a mi casa -susurré un pequeño quejido.

Seguimos caminado por un metros más, sin decir ninguna palabra, solo disfrutando de la compañía del otro.

Me dediqué a observar la manera de caminar del británico por el rabillo del ojo, lucía relajado y parecía feliz, probablemente porque no lo había alejado, ni había salido corriendo.
De pronto mi mirada se posó en la manos del rubio, estaban tan solo a unos pocos centímetros de las mias, con un pequeño movimiento, se podrían rozar. Sin tener ningún control sobre mis acciones, mis manos -casi automáticamente- se acercaron a las suyas con una lentitud desesperante.

-Parece que va a llover. -dijo de repente, haciéndome reaccionar. Alejé mi mano lo más rápido posible.

Miré al cielo y, efectivamente iba a llover. Las nubes estaban negras y parecía que faltaban unos pocos minutos para que reventaran con toda su furia sobre nosotros.
Tan solo estaba a una manzana de mi casa, podría llegar totalmente seco con un poco de suerte. De Thomas no estaba tan seguro, tal vez vivía mucho más lejos, y podría coger un resfriado. No es que me importe demasiado, pero yo también terminaría sintiéndolo.

-¿Dónde vives, Thomas? -pregunté al rubio, rindiéndome ante la curiosidad.

-A unos quince minutos -dijo con una pequeña sonrisa. Suspiré, no tendría que encargarme de albergarlo de la lluvia en mi hogar-. En carro.

Mierda.

-Puedes quedarte en mi casa hasta que pase la lluvia. -dije, y como por arte de magia, esta no se hizo esperar y dejó caer algunas gotas sobre nosotros-. ¡Sígueme! -grité para luego empezar a correr hacia mi casa, llegaríamos en unos cinco minutos a este ritmo.

It's him [Dylmas | Soulmate AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora